vi. APERTURA A RIGGAN

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Las nueve puntas de una estrella en mi brazo, aquella banda brazalete que debía desde ahora portar la reconocía en todos los hombres, cada soldado y joven a los alrededores que cubrían al pueblo. La nueva ubicación.

Eran pocos, por no decir escasos, los marleyanos que se habían presentado ante mis ojos. El general Magath y los mayores fueron los únicos vistos por mi. Todavía desconocía bastantes cosas con respecto a este nuevo mundo, pero lograba vislumbrar con claridad todo el dolor, esos ojos sumidos en la oscuridad y las facciones apesadumbradas de todos los dueños de una estrella como la mía.

Me sentía de pie en una realidad nefasta, observando la verdadera cara de un mundo que intentó atraparme tantos años hasta que finalmente lo consiguió. Me encerró lejos de mi hogar y ahora soy un peón más en una guerra que sencillamente podría devastarme.

Al llegar presioné mis párpados unos segundos cuando mire por asomó a un soldado que luchaba por caminar con ayuda de un trozo de madera. Las camionetas de los militantes descargaron varias bolsas y cajas, proviciones hacia el interior del pueblo. Me cuestioné si en alguna de todas ellas habría botiquines de primeros auxilios. Era terriblemente difícil ignorar para mí la cantidad de hombres que parecían estar por desfallecer en cualquier instante sobre la tierra.

Todos eran eldianos.

Ninguno era atendido.

Esos hombres eran ignorados.

—Angelika.

Volteé hacia el dueño de esa voz, mi expresión facial en ese instante pareció hacerle entender lo que estaba sintiendo o al menos eso quería imaginar. El señor Jaeger se detuvo a observarme antes de continuar con un gesto hacia el frente. El comandante Magath se hallaba ingresando al pueblo de Riggan junto a los militantes.

—¿Nadie ayudará a esos hombres? —pregunté en vano, antes de terminar siquiera la pregunta ya reconocí la respuesta en los ojos de Zeke.

El hombre ante mi se mostró con rasgos inescrutables y neutral. Perseguí su paso hacia el interior del pueblo, su entrada era cubierta por hombres armados hasta los dientes con sus ojos oscuros fijos hacia adelante. Enmudecida durante el trayecto por un lugar fantasmal de ciudadanos y repleto de la frialdad de la guerra mantuve mi mirada baja hasta el momento de pasar por el umbral de la puerta de una casa colonial.

La presencia de terceros se hizo notar de pronto para posicionarse ante Magath y Zeke.

—General. El perímetro fue registrado durante la noche anterior, dos soldados volvieron de las barricadas y avistaron un posible movimiento del Medio Oriente.

—¿Dónde será?

Elevé la mirada hacia el comandante, la postura que ahora adoptaba era muy tensa y el mencionado informé cambió su voz por uno más lóbrego. Algo no estaba bien.

—Hacia el oeste.

—¿Pieck se encuentra aún en las barricadas?

—Si señor, hemos podido bloquear un ataqué a tiempo.

—General, si hay mucha movilización del enemigo ¿No significa que podríamos estar cerca de la ubicación del fuerte? —comentó otro soldado en la habitación.

—No. —retrucó Magath pensativo. — De cualquier modo no podemos acercarnos aún. —los ojos del comandante giraron entorno al señor Jaeger y a mi.

Una señal.

Zeke me condujo posando una mano en mi espalda lejos de esa habitación a otra contigua donde dos hombres se hallaban, uno de ellos apartado en una esquina y el otro sentado ocupando la mesa de centro con las manos sobre su cabeza.

—Señor Zeke. —reaccionó el rubio antes de ponerse en pie y pronto el rostro levemente demacrado que portaba giró a verme, en cambió yo me desvié hacia la marca eldiana en su brazo, color rojo.

Todos en esta habitación tenían el mismo brazalete.

—Los presentó, Angelika Anglesey. —el señor Jaeger dejó mi espalda para girar sobre sus talones hacia una ventana nublada por el polvo y reparé en el tercer hombre rubio con los costados rapados que comenzó acercarse con los ojos fijos en mi. — Ellos son Reiner Braun y Porco Galliard. Desde hoy tienen una nueva compañera.

Las expresiones de esos hombres se dividieron, yo presioné mis nudillos en un plan para no titubear o desviar la mirada dándome valor. Uno de ellos estaba atónito, otro frunció el cejo.

—¿A qué se refiere? —identifiqué la voz de Reiner Braun.

—Estará con nosotros para librar está guerra y cooperará en una transacción para recuperar lo que dejamos atrás en la isla Paradise. Ella es parte de los guerreros desde ahora.




𝐁𝐎𝐍𝐄𝐒 𝐓𝐇𝐄 𝐂𝐑𝐎𝐖𝐍  ━━𝐩𝐨𝐫𝐜𝐨 𝐠𝐚𝐥𝐥𝐢𝐚𝐫𝐝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora