i. DESTIERRO

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Año 852—
Yugoslavia






—¿Que significa ésto, Alexander? —la voz del viejo rey vocifero con enfadó y preocupación, los guardias lo sujetaron suavemente por los hombros e interrumpieron su paso anteponiendose bajo la idea de cuidarlo.

Alexander lo observó neutral, pero una extraña sonrisa se inmiscuyo por sus facciones al siguiente movimiento del resto de la guardia. Verme a mi, suprimida ante la fuerza y siendo llevada hacia aquellos extranjeros armados hasta los dientes que esperaban a mi encuentro.

—La sangre del demonio no volverá a pisar este país. Hoy es el día en que liberó a nuestro reino, a nuestras personas de está sucia criatura. —respondió con simpleza.

—¿Qué? ¿Cómo te atreves? ¡Detengan todo ahora! ¡No quiero que le pongan un solo dedo encima! —ordenó y sus ojos grises se cruzaron con los míos por unos segundos hasta que lo obligaron a retroceder. — ¡Apartense!

—Querido padre haz sido cautivo por las artimañas manipuladoras del demonio. —dijo Alexander con un tinte severo pero ligeramente burlón.

—¡Es de mi nieta de quién hablas! No permitiré que se la lleven a ese infierno y ella es la única digna de tomar mi lugar.

Las lágrimas aparecieron, no pude reprimir el deseó desesperado que florecía en mi y asfixiaba mi corazón con el miedo. Iban a alejarme de la única familia que tenía. De la única persona que amo y respecto. El único quién cuido y crío de mi. Volví a forcejear con todas mis fuerzas, peleé por quitar sus manos de mis muñecas, me retorcí buscando escapar y exclamé en alto por mi familia.

—¡Abuelo! —solloce.

—¡Angelika! —observé el débil intentó de mi abuelo por llegar hasta mi, angustiado y temeroso. — ¡Angelito...! —su rostro se transformó, tiñendo su piel a rojo y empezando a toser con fuerza.

—No, no... ¡Abuelo! —grité preocupada por él.

—Llevenlo adentro. No debe estar expuesto a emociones fuertes. —sentenció con dureza Alexander.

Los guardias asintieron cargando con cuidado a mi abuelo, alejándolo de mi, tal vez para siempre.

Solloce más fuerte, sintiendo mi corazón oprimirse y la tristeza me invadió. Alexander se sitúo frente a mi, noté sus ilustres zapatos oscuros y subí la mirada lentamente, con aún más dolor en mi mirada hacia la suya, oscura y fría.

—Ya no volverás a engañar a nadie. No perteneces a esta familia. Harán de ti lo que merece tu raza de demonios. —soltó con sorna y repudió en su voz.

El pánico se instaló en mi ser apenas noté la hostilidad y severidad de sus palabras, las reales intensiones; ¿Que irían hacer conmigo? ¿Que pasaría con mi abuelo sino me encontraba con él? ¿Lo quitará del camino? ¿Buscará hacerse con el poder? ¿Por qué? ¿Desde cuándo te convertiste en alguien que desconozco?

Todo este tiempo. Realmente, ¿lo que más ansiabas era que desaparezca de tus ojos?

—Papá. —llamé al nombre que por más de seis años no había vuelto a decir en voz alta. Suplicante, dolida y aterrada.

Más los ojos de Alexander solo supieron seguir escupiendo asco e indiferencia hacia mi persona. Pero cuándo frunció las cejas supe que el que lo llamará de ese modo le trajo recuerdos.

Presionó la mandíbula, me escudriñó con la mirada y alzó su mano abierta en mi dirección. Habría caído directo al suelo de no ser porque aún era sostenida con firmeza por los guardias, mi rostro ardió y enderece mi cuello que si logró girarse llevando mi mirada hacia otro lado del impactó.

—Maldita, no vuelvas a llamarme así. Jamás. —demandó y dio la media vuelta para encaminarse al interior del castillo.

Abandonó.

Perdida.

Lo que más temía se hacia realidad.

Me arrastraron lejos de la entrada principal, fui guiada hacia el muelle. La costa sur y las tablas de madera bajo mis pies crujieron levemente en mi ruta para subir al barco. Al llegar a cubierta del navío y ser libre de mis opresores, rápidamente volteé para hallar que todo lo que conocía, todo, lo perdía.

Mis piernas temblaron y no logré sostenerme más tiempo cuando el barco zarpó. El sonido atronador del navío en marcha y las voces ajenas a mi mundo resonaron obedeciendo órdenes, atendiendo la marcha mientras mi visión se nublaba por las lágrimas de rodillas pero sin soltar las barandas para observar mi hogar. Mi vida y única familia irse sin mi.

𝐁𝐎𝐍𝐄𝐒 𝐓𝐇𝐄 𝐂𝐑𝐎𝐖𝐍  ━━𝐩𝐨𝐫𝐜𝐨 𝐠𝐚𝐥𝐥𝐢𝐚𝐫𝐝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora