i. LA REALIDAD DE VIVIR

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[. . .] Sentí el miedo toda mi vida.

Un disparó desplegó a un centenar de aves asustadas hacia el cielo, lejos de los bosques de Buoloch y detuve mi siguiente movimiento sobre las puntas de mis pies para voltear a observar el ventanal con salida al balcón ante mi. El resto de pájaros que aún sobrevolaban el poblado cielo gris con vestigios de niebla se cruzaron cerca del jardín y la ventana por donde miraba todo. Ladee mi cuello sobre el hombro derecho unos instantes, pasando de ver la pared de espejos con la barra a mi lado a unos metros hasta las puertas dobles del salón. Nadie parecía estar pronto a aparecer y entonces abrí por las perillas el ventanal saliendo al balcón.

Que frío, lo percibí en mis brazos desnudos y la fina tela del vestido en mi cuerpo, exhale una nube de vapor hacia el ambiente y pronto aparecieron en el filo del bosque el grupo de hombres de palacio compartiendo charlas amenas con sonrisas vanidosas, las escopetas de cada uno apoyadas en sus hombros como si se tratarán de paraguas. Más uno de los sujetos de traje caminaba unos pasos por detrás, debido a que arrastraba de una gruesa cuerda en su brazo izquierdo.

Abrí mis ojos expectante y en blanco cuándo supe que era lo que arrastraba al final de esa cuerda. Era un desfile de cadáveres de animales pequeños atados por el cuello con esa misma cuerda y sus pelajes manchados de la sangre seca. Sin embargo hubo otro cierto hombre que más soberbio que el resto decidió cargar su propia presa para demostrarla ante todo aquél que lo mirará.

Allí sentí una sensación de rechazó. La enorme sonrisa de Aleksander mientras cargaba del pescuezo de un coyote adulto destacó saliendo del bosque y hablando en voz alta hacia los otros hombres. Imaginar el último aliento que debieron expulsar todos esos animales un segundo antes de recibir la muerte no me causaba ningún sentimiento desde los seis años aunque, tampoco era partidaria del grotesco deporte que era la cacería y es que jamás te mirarías a ti mismo portando un arma parecida para arrebatarle la vida a algo, o a alguien.

¿En que momento llegué a relacionar que Aleksander pudiera verme de esa misma forma? Soberbio y con malicia. Esos ojos cargaba con el cadáver del coyote y en cuánto él decidió venderme a otro país a la segura espera de la noticia de mi muerte él poseía una mirada demasiado similar, viéndome cómo un cuerpo que pronto acabaría sin vida, sin utilidad más que para él sentirse libre de mi existencia. Es verdad y recordarlo simplemente era aterrador. Todo su semblante oscurecido y la crueldad en sus ojos azules todavía podía verlo en un rincón de mis memorias... después de tanto tiempo.

¿Por cuánto más sentiré este miedo?

—¡Responde, Magath! ¡¿Por qué seguimos en éste ridículo trató?! ¡¿por qué?!

—Schwer, suficiente-...

—¡Pudimos matarla! Hace dos malditos años. —vociferó colérico, el siguiente ruido fue un eco seco de un golpe sobre la madera de la mesa. — Ese país tenía que ser condenado desde el momento en que descubrimos que estaban contra Marley. ¡Todo ese mugroso país y esa perra tendrían que estar muertos, muertos esos malditos! Aún después de tanto tiempo no entiendo porqué decidiste traerla aquí. Porqué rayos sigue viva y no ardiendo con la mierda de esa gente.

—Ese trató no te concierne, Schwer. No vayas contra las decisiones del gobierno.

—Maldita sea, no lo creó. Que tenga sangre de demonio no tiene valor, mucho menos siendo una mestiza puta de la realeza. Ese es otro motivo por el que ese país tendría que hundirse, por mezclarse con esa sangre maldita.

𝐁𝐎𝐍𝐄𝐒 𝐓𝐇𝐄 𝐂𝐑𝐎𝐖𝐍  ━━𝐩𝐨𝐫𝐜𝐨 𝐠𝐚𝐥𝐥𝐢𝐚𝐫𝐝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora