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Pasos lentos hacían danzar el adolorido cuerpo por el pasto del campo, rumbo a la mansión mientras ardía su mano se posaba en el costado vendado, Cuervo estaba anclado a su hombro, sus garras estaban puestas cómodamente para no incomodar a su dueño, pero con firmeza para no desprenderse de él. Las nubes tapaban el sol, provocando que su luminosidad no pegue en los alrededores, en cambio, una tormenta podría acercarse; el viento rozaba su piel y rostro con velocidad mientras que hojas caídas de distintos árboles volaban hacia distintos caminos desconocidos. Su camiseta estaba inservible, por lo tanto debía buscar ropa nueva antes de pescar un resfriado, irónicamente era algo que no deseaba ahora mismo.

Su cabeza pensaba en la discusión anterior, hablar de un fallecido como si de chivo expiatorio se tratase, como hombre, supo que le faltó el respeto a su memoria, algo que se lamentó. Pero la terquedad en su pensamiento de que toda acción es válida por un objetivo correcto, seguía impregnando su mente y sin duda, no iba a salir de allí tan fácil. Ya estando casi a las puertas de la mansión, las palabras recibidas empezaban a taladrar su ego, tan poderosamente que una pregunta cayó como yunque en él:

¿Y si tiene razón?

Tal poderosa pregunta trataba de romper su argumento interior, pero con la decisión de su lado, la única manera que Scott podía ver para seguir cuerdo en esa mansión era ser igual en ciertos aspectos a los Pecados pero lo suficientemente humano para no sucumbir. Sus principios morales se veían estirados cada vez más, tanto que ni él mismo sabía cuándo simplemente se romperían.

Un crujido alertó al pelinegro sobre la presencia de un observante, con dificultad pero sin la menor disminución de velocidad, apuntó su revólver hacia el origen del ruido. Nada, ni un alma a la vista, por ello mismo se dirigió a su nuevo compañero:

—Cuervo, vuela y si ves algo avísame —ordenó, este obediente despejó al cielo y con la suavidad de sus alas, sobrevoló todo mientras Scott subía las escaleras.

Scott logró abrir la perilla, la frialdad de esta misma no le sorprendió, pero el aire gélido de adentro que contrastó con lo cálido de la naturaleza, sí. Cuervo viendo a su amo estar ya en la puerta, emprendió vuelo hasta posarse en su hombro nuevamente.

—¿Viste algo? —preguntó, una negación de cabeza fué la única respuesta que necesito para saber que no había nadie.

Cerrando la puerta, su semblante solitario se encontraba en medio de un enorme pasillo. Cada vez que él entraba de nuevo, bajaba, subía o se reencontró con la mansión, algo le hacía creer que cambiaba, tal vez lo estrecho de los pasillos, la amplitud, posiblemente los colores, la vibra; él no lo sabía y aún así lo notaba. ¿Qué tan cambiante es esa mansión? ¿Acaso su mente la ve diferente cada vez?

Esas ideas danzaron en su mente mientras caminaba a quien sabe donde. Sus ganas de dormir se esfumaron al saber que las pesadillas le esperaban ansiosas de su presencia, por lo cual prefirió vagar por los alrededores, en búsqueda de alguna criatura a la cual acabar. Aún adolorido, deseaba distraerse, hacer que su subconsciente no le jugara otras malas pasadas, y sabía que si se dormía, las pesadillas lo devoraran de nuevo.

Un leve olor a carne invadió sus fosas nasales, provocando algo de hambre en él, que por suerte, había saciado hace relativamente poco gracias a barras de cereales y algunas comidas de su mochila. Aún así, el olor despertaba más hambre en su interior, de la que había sentido durante toda su instancia allí, por lo cual, decidió seguir tal aroma hasta su origen.

Al llegar a la puerta levemente frágil de madera, con un cartel de "cocina", indicaba lo que había adentro. De igual forma, lo que encontraría adentro iba a ser mucho peor de lo que en verdad creía, y lo fué. Cuerpos, colgados como cerdos en varias partes de la misma;  parecía una cocina gourmet, grande, espaciosa, con todo tipo de utensilios, máquinas, ingredientes que por fortuna estaban limpios, pero cantidades de piezas humanas y personas colgadas como pedazos de comida en distintas maneras además de cortes.

La Mansión de los PecadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora