Las correas que le amarraban se abren, dejando que el cuerpo golpee contra la puerta transparente, que pocos segundos después, también le deja salir. Cae al suelo manteniendo su peso con las manos para no estampar su rostro contra el elegante suelo. Logra mantenerse de pie, con dolor, pero una esperanza vivaz al saber que sigue con vida, ¿era bueno o malo? No estaba seguro, y tampoco era algo que le interesara.—Como te lo prometí, te daré información, la que sé, por supuesto —Se escuchó en los altavoces en los altavoces.
Scott volteó hacia sus laterales. Observando que estaba en la sala donde las cápsulas se daban la vuelta, aquella sala donde eran llevados los tres que juzgó. En silencio, mientras esperaba su respuesta, fué a dónde estaba aquella mujer sin piernas; no la encontró.
—¿Dónde está Cuervo? —preguntó con preocupación.
—Te espera en la otra sala, ahora siéntate y escucha —le ordenó.
No pudo hacer más que seguir sus órdenes, su torso aún tenia heridas, rasguños y sangre seca, la adrenalina no le había dejado experimentar el dolor residual de sus luchas, las cuales dejaron el cuerpo magullado, aún teniendo aquel anillo, no era tan mágico. El dolor persistía. Era algo que notó de aquel objeto, lo curaba, es cierto; aún así, el daño no desaparecía, sino la herida. No tan solo eso, las heridas más peligrosas mantenían la cicatrización normal, como un recordatorio de lo vivido. Scott tomó nota de esa información.
—Te queda nada más un Pecado por matar, nadie sabe cómo se llama, ni su pasado. Supongo que te habrás enterado de algunos, ¿no es así?
—Lo he hecho —respondió. Estaba sentado ya, su cuerpo estaba relajado.
—Este si es un monstruo, una bestia —advirtió—. Si me preguntas a mi, es la maldad humana con máscara, solo sé parte de lo que fue y que nunca lo han podido matar —Toma una pausa leve antes de proseguir—. Lo único que pude investigar de él fue poco, era un asesino en masa, sin escrúpulos, sin límites de matanza; animales, mujeres, niños, personas en general. Era un demente, pero muy inteligente, tenía un instinto formidable y era astuto, capaz de cambiar sus estrategias de asesinato, haciendo que fuera bastante complicado atraparlo. De ahí en más, no sé cómo terminó acá, lo único que sé es: esa bestia no es solo músculo y altura.
—¿No tiene alguna debilidad? ¿Algo que pueda explotar? —preguntó, el tic de su dedo empezaba a manifestarse.
—No, es alto, veloz, fuerte, con una sed de sangre ilimitada y es como un animal, un cazador. Resistente además de que sus vivencias pasadas le otorgaron conocimientos y rasgos asesinos. Estás ante la adquisición perfecta de Alastair —declaró—. Curiosamente, es de los poquísimos pecados que aparecen en cada versión de la mansión —confesó.
—Eso me da muchos ánimos —dijo en voz alta con sarcasmo.
—Ve el lado bueno, aún no termino con la información —Toma una pausa. Se escucha como busca algo entre papeles—. Veamos… estás en la parte oeste de la mansión, esta misma es más grande de lo que se nota por fuera... Digamos que tiene propiedades únicas, el punto es: no muy lejos de acá, recto, girando a la izquierda y el pasillo de la derecha al fondo. Hay una sala de descanso, pocos huéspedes de la mansión la conocen, tiene lo necesario para que te cures y descanses. Lo necesitarás.
—¿Por qué me estás ayudando en realidad? —preguntó de repente—, me refiero; cumples tu parte del trato, pero, ¿por qué lo haces realmente?
—Tú y yo somos similares, detective, los dos buscamos la justicia. Solo que usted lo hace como caballero de la misma, y yo como verdugo. Algunos aquí somos muy atroces, caníbales (yo) y personas repugnantes. Pero algunos aún tenemos un corazón con una pizca de esperanza por terminar esto. Aunque experimente con personas y mate a otras y todo eso… ¡sigo siendo alguien de corazón!
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La Mansión de los Pecados
HorrorUna vida puede cambiar con solo una oportunidad, la vida de Scott Campbell es un ejemplo. Detective privado, de los mejores en su ciudad, excelente en su trabajo. Se le fue dada la oportunidad de un trabajo, un caso en particular, en una mansión en...