Resolución.

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-Arles…

Shaka pronunció con los ojos abiertos, ignorando la llegada de Shura, que les veía en silencio, sin comprender qué estaba pasando, porque esa iglesia que se suponía era su refugio estaba destruida.

-Aspros me hablo de ti, él no sabe qué hacer con alguien tan poderoso como tu y teme que la mesa de los doce lados quiera destruirte.

La mesa de los doce lados era la forma en la cual llamaban a las doce familias que se sentaban en esta, que adoraban al dodecaedro oscuro, que siempre debía estar iluminado pero ellos mantenían en un pozo en donde la luz no podía alcanzarlo.

-¿Eres el alfa que deseaba para mi?

Shaka negó eso, no lo deseaba para él, era su hermano y quería que él decidiera quién era su compañero, pero si era un lobo de más de mil años de vida, que sabía mucho más que cualquiera sabría jamás, que era el más cercano a los dioses, que era poderoso, pero también sensato y que deseaba comprender un poco más del hermoso Saga.

-No me llamó porque deseara otorgarte un alfa, sino porque no sabía cómo ayudarte a utilizar tu cosmos y porque Arles, comenzaba a apoderarse de más horas de tu día, conforme pasaba el tiempo.

Arles entrecerró los ojos, porque no confiaba en Aspros, únicamente en Kanon, quien había desaparecido, lo había abandonado corriendo detrás de un omega que apenas comprendía, solo porque soño con una vida a su lado.

-Yo mantengo a Saga seguro de cualquier daño, yo soy capaz de realizar los actos que él no se atreve, yo me vengare de Aspros por no hacer nada, por solo actuar como un cobarde y dejar que los mataran.

Shaka negó eso, sí había sucedido cómo había escuchado que paso, Aspros hizo todo lo que estaba en sus manos para proteger a la jauría, a los pocos omegas que dejaron con vida después de la gran cacería y para proteger a sus hermanos, uno de ellos era un alfa que sobrevivió a esa masacre, los otros, eran dos omegas.

-¿Estás seguro de eso?

Pregunto acercandose unos cuantos pasos al joven omega de cabello negro como el carbon, ojos rojos como las llamas y piel palida, que le veia furioso, deseoso de hacerle daño, como si deseara transformarse en un lobo, atacarlo en ese sitio.

-Lo estoy.

Defteros negó eso con un movimiento de la cabeza, él también había estado presente y fue tal el horror que presento que no había logrado transformarse en un humano en varios meses, hasta que su hermano mayor le puso esa máscara, que decía era un regalo del dios de la cacería a una de sus creaciones, quienes se suponían eran sus guardianes, que le ayudaban a seguir sus presas, así que esa máscara les ayudaba a controlar sus transformaciones.

-Eso no es verdad Arles, Saga… nuestro omega le pidió que nos protegiera, que nos llevará a un lugar seguro y eso hizo, en nombre de nuestra madre, en nombre de nuestro padre, solo quiso cuidar de nosotros.

Aioros que veía esa discusión en silencio, pozo sus ojos en Shura, que no podía moverse, mirándolos fijamente, preguntándose probablemente que estaba pasando en ese sitio, quienes eran ellos y seguramente, porque estaba destrozado, cuando se suponía que era uno de los lugares seguros a los que podían acudir.

-Shura…

Shura reconoció a Aioros, quien le veía sorprendido, acercándose a él, era el tipo de la taberna, que le ofreció un lugar seguro a donde ir, pero ese sitio no se veía como lo que le habían prometido, no parecía un lugar seguro.

-Albafica me dejo ir… se suponía que aquí era un sitio seguro… pero no creo que lo sea.

Arles comenzo a reirse al escuchar las palabras de ese omega de cabello negro, que les veia sorprendido, sin entender que estaba pasando, al mismo tiempo que se reia de esa idea del lugar seguro, no existia tal cosa, ni siquiera la mitica bluegard lo era del todo.

Lágrimas de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora