Delirio

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Theseus al escuchar esas palabras pronunciadas por esa mujer de cabello negro, que Aiacos no conocia, levanto las manos como en señal de paz, parecia que el socio de su hermano mayor, que siempre estaba pendiente de sus necesidades, le temia a la hermosa señorita.

-Vamos Violate, los dos somos alfas, no me digas que pelearas conmigo por un omega.

Theseus tenía un tatuaje en el antebrazo, uno bastante visible de un dodecaedro con algunas runas escritas en este, doce de ellas, nombres que Aiacos apenas pudo comprender.

-Si sigues molestando al señor Aiacos no solo peleare contigo, Theseus, asi que hazte a un lado o te haré a un lado.

El alfa rubio que siempre trataba de dirigirle la palabra, que mas de una vez habia tratado de tocar su cuerpo, solo suspiro, marchandose de alli, dejando a la chica de cabello negro, de apariencia curvada pero musculosa, de fuertes lineas que terminaban en busto redondo y caderas que Aiacos pensaba eran redondas, cruzo sus brazos, viendole atenta.

-No necesitaba tu ayuda, yo puedo cuidarme solo.

Aiacos pronunció, desviando la mirada, pensando que ya llevaba demasiado tiempo observando a esa alfa de pies a cabeza, sonrojándose, porque pensaba que era de mala educación, porque le vio como algunos le veían a él.

-No lo dudo, ibas a encajar esas tijeras en el cuerpo de Theseus, pero tu hermano mayor, el señor Kagaho no desea que lastimes a nadie.

Aiacos volteo a verla de nuevo, notando como se quitaba el saco para dejarlo en la silla que estaba en una mesita de jardín, su camisa era diferente a las que él usaba, porque sus brazos estaban descubiertos, así como parte de su espalda, haciendo que se sonrojara de nuevo, al notar que estaba recorriendo varias de las cicatrices que esa muchacha tenía en su cuerpo, preguntandose cuanto tiempo ejercitaba su cuerpo y si su piel era tan pálida como lo suponía.

-Mi hermano mandó a un alfa, para protegerme de otros alfas…

Se quejó entonces, cortando una de las flores con forma de campana, una flor oscura, que tenía una pinta demasiado desagradable, colocándola en una canasta como de picnic, lo que había logrado robar para recoger sus tesoros, escuchando los pasos de la muchacha, que Theseus había dicho que se llamaba Violate.

-Piensa que al ser un alfa femenino te sentirás mucho más seguro a mi lado, además, prefiero servir bajo tu mando que a la señorita Pandora.

Pandora era un alfa, segun habia escuchado Aiacos, era una mujer muy vanidosa, que gustaba de regir a los demas con manos de hierro, comportándose como un completo tirano, era a su vez, una persona demasiado ambiciosa y se decía la única que lograba leer los viejos libros, que él ya se sabía de memoria.

-Es tan desagradable como todos dicen.

Era mucho más desagradable aún, pero el peor era Valentine, él si era un monstruo por completo, aunque era mucho más jovial que Pandora, mucho más amable, podría acuchillarte por la espalda sin pensarlo dos veces, además de que ocultaba algo con su apariencia generalmente controlada, con su expresión serena, era como un arma cargada y no deseaba estar al otro lado del cañón.

-Mucho peor.

Aiacos escuchó los pasos de Violate, cómo iba acercándose para ver lo que estaba haciendo, observando las flores que tenía en esa canasta, con una expresión sorprendida, mirándolo entonces, con demasiado interés.

-Estás preparando un veneno… para quien.

No era para nadie en particular, nadie que pudiera ponerle rostro, pero solo deseaba estar preparado, si llegaba el momento en el que algún alfa decidiera colarse en su vida a la fuerza, simplemente lo mataría.

Lágrimas de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora