Derrumbe.

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-¿Estás suplicando piedad por él?

Lune en realidad no comprendía las palabras de Minos, pero eran obvias, estaba pidiendo piedad por Albafica, logrando que enfureciera mucho más, que esta vez decidiera que debía destruirlo por completo, no dejar nada de esa patética criatura y si eso sucedía frente la mirada de su amado, eso sería mejor.

-Por unos cuantos días a su lado Minos... tú no pediste piedad por Apolo...

Minos respiraba hondo, notando como Lune con una expresión sádica, casi enfermiza, sosteniendo al hermoso vampiro, el vampiro anciano con sus manos desnudas, comenzó a tirar de ambos brazos, como si quisiera arrancarlos de su cuerpo.

-Y eso hace que me ponga muy celoso.

Minos escuchó el alarido, aun de rodillas, era la misma forma en la cual Apolo había sido destruido, Lune había destruido su cuerpo utilizando su látigo, como estaba matando al vampiro frente a él, pero a diferencia de su noche de bodas, en esta ocasión el omega no perdería la consciencia.

-Pero puedo perdonarte, porque sé que tu celo llegará en unos días.

Susurro, pensando que había sido demasiado fácil destruir el cuerpo de Albafica, con el don de la criatura, con la protección de la bestia que decían habitaba en un pozo, pero ese no era más que su sitio de descanso, donde esperaba ser alimentado, pero, si le daban la energía que hacia poderoso a Minos les dejaría mantenerlos a su lado, ya no necesitaría más sacrificios.

-Pero... tenemos que hacer algo con la criatura que te da la inmortalidad, no lo crees...

Minos observó sus manos, los odiados hilos, que podían protegerlo e intento utilizar de nuevo, sin darse cuenta que oscuridad pura se llevaba los restos del cuerpo moribundo de Albafica.

-Yo te ayudaré a liberarte de esto... asi solo seras mi dulce omega.

Detrás de Lune la criatura se elevó con sus extremidades que de alguna forma podían verse como la mezcla deforme entre las patas de un cangrejo, los tentáculos de un pulpo y las bocas de una lamprea o una sanguijuela.

-Y podremos disfrutar de tu celo sin esos hilos que te apartan de tus semejantes...

Minos quiso defenderse, sin embargo, sus hilos no pudieron hacerle daño a los apéndices de la criatura, que sostuvieron sus muñecas y la cabeza con la boca afilada, mordió su pecho, como si quisiera succionar su sangre, provocando que un grito escapara de sus labios, todo frente la mirada divertida de Lune, que aun tenía su látigo en sus manos.

-Que te apartarian de mi, tu alfa...

No era su alfa, Minos apenas podía pensar, comprender las palabras que eran pronunciadas por Lune, sintiendo como algo era arrebatado de su mismo ser, de su cuerpo, de su alma y de su psique, pensando que perdería la razón.

-Lo entiendes verdad mi hermoso omega...

Minos pudo ver como en la boca de esa criatura una esfera de energía oscura y acusa se agitaba, como si se tratase de un animal tratando de escapar de sus fauces, pero no pudo, siendo devorada sin que pudiera hacer algo, llevando sus manos a su pecho, para ver que no estaba malherido, no tenía una sola marca.

-Porque yo siempre te he querido mucho y solamente yo estoy dispuesto a compartir mi lecho con un perro rabioso...

Lune se agacho junto a Minos, acariciando su mejilla con delicadeza, para besar sus labios, besándolo con delicadeza primero y después con desesperación, ingresando su lengua en el interior de su boca, acariciando su cintura, disfrutando la poca ropa que tenía puesta.

Lágrimas de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora