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Tommy se fue un rato después con Charlie. Sin el niño alrededor, Leah se dio cuenta de lo silencioso que se volvió la casa grande. De repente, ella ya no tuvo que cuidarlo, preocupándose por su bienestar en cada momento del día. Ella lo odiaba. Preferiría perseguir a Charlie todo el día que estar sola con sus pensamientos. El silencio permitió que sus dudas se pudrieran y plagaran sus pensamientos racionales. La idea de que ella no estaba destinada a estar allí. Ella era un fraude, viviendo alguna esperanza de volver a ser esposa. La esperanza de ser madre.
Trató de anotar algunos de sus pensamientos, solo para sacárselos de la cabeza. Pero solo pareció empeorar las cosas. Alrededor del mediodía, decidió tomar un poco de aire puro y salir a caminar.
—¿Mary?
Leah llamó a través de la casa, pero la criada no parecía estar cerca. Suponiendo que estaba en la cocina o en un merecido descanso, decidió no molestarla. Ella solo iba a dar vueltas alrededor de la propiedad para que no sintiera la necesidad de informar a nadie.
Tommy había insistido en que se mantuviera a la vista de alguien de confianza, pero ella no entendía la gravedad de su error. Después de abrigarse con un abrigo, salió y comenzó un paseo enérgico por la parte de atrás hacia los establos. Se dio cuenta de que un coche negro pasaba por la carretera, pero no le prestó mucha atención. El camino solía estar tranquilo, pero ella vio algún automóvil ocasional. Continuó hacia los pastos traseros cerca del borde del bosque. Había un frío en el aire que no había esperado. Su chal no fue suficiente para defenderse del viento que rodaba por los jardines. Se abrazó a sí misma y mantuvo su paso rápido para mantenerse caliente. Era demasiado pronto para dar marcha atrás. Los pelos de la nuca de Leah se erizaron cuando escuchó pasos detrás de ella.
Botas pesadas golpeando la hierba mojada por el rocío. No quería volverse para ver quién estaba detrás de ella. Bien podría haber sido alguien que trabajara en el terreno. O tal vez un cazador pasando. Pero los pasos solo se hicieron más fuertes cuando la persona desconocida se acercó a Leah con rapidez.
En ese momento, supo que algo andaba muy mal. Trató de acelerar sus pasos, sin mirar atrás. Aún así, el hombre la alcanzó sin problemas. Agarró a Leah por la cintura y ella gritó. Los instintos se apoderaron. Trató de agarrarle los brazos, pateando y agitándose para liberarse. Pero sus brazos eran como hierro alrededor de ella. Le cubrió la boca con un paño para amortiguar sus gritos. Leah inhaló dos veces más antes de caer completamente flácida.
Los hombres del padre Hughes huyeron de Arrow House con Leah antes de que nadie pudiera detenerlos.
El mundo de Tommy se derrumbaba a su alrededor. Ese maldito sacerdote se había llevado a su hijo. Golpeó el teléfono contra la pared e irrumpió en su oficina. La ira corría por sus venas en un pánico tan violento. Sintió que iba a vomitar de nuevo, pero no le quedaba nada en el estómago. Su cabeza dio vueltas y tuvo que agarrarse a su escritorio para evitar caerse.
