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A Charles Shelby no le agradaba su hermana

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A Charles Shelby no le agradaba su hermana.

O al menos no como esperaba. La cosita rosada y regordeta envuelta en una manta que Tommy le presentó no era algo que le interesara. Ella no hizo nada más que dormir y llorar. Ni siquiera podía sostener su propia cabeza. Lloró sin motivo aparente y olía raro cuando necesitaba un cambio de pañal.

Pero lo único que hizo Johanna Shelby que más molestó a Charlie fue robar la atención de todos. Desde el día en que nació, a fines de abril, Charlie sintió que de repente se había vuelto invisible. Todos siempre prestaron atención al bebé.

La familia vino a ver al bebé, no a él.

Era Johanna esto y Johanna aquello.

Charlie estaba lívido. Le sacó la lengua a su hermanita y rápidamente recibió una reprimenda de su padre. El niño argumentó que ella ni siquiera sabría lo que estaba haciendo porque era demasiado pequeña y estúpida para saber algo. Así que Tommy lo envió a su habitación por llamar estúpida a su hermana. Leah hizo todo lo posible por mantener a Charlie involucrado, pero se sintió abrumada con un recién nacido.

Siempre que lograba que Johanna durmiera un poco, también tomaba una siesta.

Eso significaba que había poco tiempo para pasar con Charlie.

Una noche, Charlie comenzó a toser. Leah fue a su habitación para desearle buenas noches. Mientras ella besaba su frente, tosió intencionadamente en su dirección.

—Oh, muñeco, ¿estás bien?

Ella le tocó la frente para buscar fiebre.

—Estoy enfermo.

Charlie hizo un puchero.

—Parecías estar bien en la cena.

Dijo ella suavemente y sintió sus mejillas también. No parecía enrojecido ni caliente, por lo que no estaba convencida de que tuviera fiebre.

—¿Estás seguro de que no solo tienes un cosquilleo en la garganta?

—No.

Cruzó los brazos sobre el pecho.

—Estoy enfermo.

El Repitió. Tommy entró en el dormitorio y Charlie volvió a toser. Su padre frunció el ceño.

—¿De qué se trata esa tos?

—Dice que se siente mal—dijo Leah con una mirada preocupada—. Quizás deberíamos llamar al médico.

Tommy captó un destello de triunfo en los ojos de su hijo.

Ah, entonces estaba buscando atención.

—Bueno, no es necesario que llames al médico. Todavía nos sobró algo de ese medicamento para la tos de cuando tuvo un resfriado este invierno. Aún lo tengo en mi botiquín, lo tomaré.

𝐏𝐑𝐎𝐌𝐈𝐒𝐄𝐒 ━ THOMAS SHELBYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora