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Fue tan fácil bloquear todo el ruido de la recepción de abajo

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Fue tan fácil bloquear todo el ruido de la recepción de abajo. Una vez que se cerró la puerta del dormitorio, Tommy y Leah dejaron de lado el mundo exterior. En ese espacio y en ese momento, eran lo único que quedaba.

Leah se apresuró a desabrochar los botones de su traje. Sus preocupaciones por hacer esperar a sus invitados ni siquiera estaban en el fondo de su mente. Ella simplemente quería expresar su amor físico por su esposo. Pero Tommy marcó el ritmo. Sus dedos se envolvieron alrededor de su muñeca para frenarla. Besándola lánguidamente, murmuró palabras cariñosas contra sus labios.

—Tan hermosa. Tan jodidamente hermosa.

—Por favor...

Leah jadeó suavemente.

No cedió y mantuvo su ritmo constante. Tomándose su tiempo, haciéndola esperar.

—Date vuelta.

Ella lo hizo sin dudarlo. Un suave suspiro se escapó de sus labios cuando sintió sus manos deshacer con cuidado los lazos de su vestido. Cada toque era duradero, quemaba la tela y solo besaba su piel. Sus dedos de los pies se curvaron cuando sintió el aliento de Tommy en su hombro desnudo. Sus labios rozando la piel. Hizo una pausa junto a su oreja. Juguetonamente tirando de su lóbulo con los dientes antes de susurrarle.

—Eres mía, Leah.

Su voz profunda la hizo tambalearse de lujuria.

—Ningún otro hombre te volverá a tocar de esta manera. Solo que yo te veré así.

—Tom—gimió—. Por favor, no te burles más de mí, por favor.

—Dilo.

Leah sabía lo que quería que ella dijera.

—Soy tuya, Tommy. Para siempre.

En un instante, la agarró por la cintura y la giró para que volviera a mirarlo. Pero esta vez, ella lo detuvo antes de que pudiera besarla.

—Ahora dilo tú—envolvió sus brazos alrededor de su cuello—. Dilo, Tommy.

Sus labios se separaron, pequeños jadeos de deseo todo lo que pudo reunir.

—Dilo.

Él gimió de deseo y la apretó contra él.

—Soy tuyo.

—Ninguna otra mujer te tocará como yo te toco. Ninguna te hará sentir como yo.

Ella pasó sus labios sobre su mandíbula provocando que una fuerte descarga eléctrica recorriera su columna vertebral.

—Sí. Solo tú, Lee.

Era difícil ocultar el aliento en su voz. Estaba demasiado ido para siquiera intentarlo.

—Entonces toma lo que es tuyo.

Tommy no necesitaba que se lo preguntaran dos veces. La levantó y la llevó a la cama que compartían. Se apretó contra ella, dejándola sentir su peso. Una mano enganchó de su muslo hasta su cadera, simplemente meciéndose mientras se besaban. Leah estaba mareada de deseo. Tantas la había besado antes, pero de alguna manera el sentimiento todavía la abrumaba.

𝐏𝐑𝐎𝐌𝐈𝐒𝐄𝐒 ━ THOMAS SHELBYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora