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Charlie estaba completamente confundido. Un minuto su niñera le decía que las cigüeñas dan a luz a bebés y ahora sus padres decían lo contrario. Estaba sentado en la gran sala junto al fuego. Sus pies apenas colgaban del profundo sillón en el que Tommy lo había sentado. Leah estaba sentada en el brazo del sillón, su mano acariciando cariñosamente su cabello rubio hacia atrás. Tommy estaba arrodillado frente a Charlie, con una mano sobre la rodilla de su hijo.
—¿Estoy en problemas?
Charlie se hundió en sí mismo, luciendo un poco avergonzado. Tal vez su padre había descubierto que él fue el que derribó el jarrón en el vestíbulo porque estaba jugando. Le había echado la culpa a un fantasma, pero no estaba seguro de si realmente había funcionado o no.
—No, muñeco—le aseguró Leah—. Papá y yo solo tenemos algunas noticias de las que hablarte
Tommy sonrió.
—Charles, ¿qué dirías sobre ser un hermano mayor en unos meses?
Preguntó. La frente de Charlie se arrugó en confusión.
—¿Hermano mayor?
—Tendrías un hermanito o una hermanita. Como tu primo Billy. Es un bebé, ¿verdad?
Leah murmuró.
—Ah, okey—el niño se animó de repente—. ¡Así que la cigüeña va a traerme un bebé!
Parecía encantado con la idea de recibir un regalo cuando aún no era Navidad o su cumpleaños.
—¿Cuándo?
—Bueno, va a tomar algo de tiempo. Mamá tiene que dar a luz al bebé.
Tommy trató de eludir la incómoda conversación sobre el origen de los niños. Pero también temía que Charlie se asustara una vez que Leah comenzara a aparecer.
—Mamá da a luz al bebé... pero no es una cigüeña.
Charlie parecía aún más confundido.
—El bebé vivirá en mi estómago hasta que crezcan lo suficiente para nacer.
Leah esperaba que eso fuera una explicación suficiente, pero, por supuesto, no lo fue. La idea hizo que los ojos de Charlie se abrieran con horror.
—¿¡Mamá se comió un bebé !?
Tommy hizo todo lo posible por no echarse a reír. Se tapó la boca con la mano para reprimir la reacción y dejó que Leah se hiciera cargo un poco.
