NOMINREN

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Renjun observaba relajadamente el pequeño rayo de sol que se escabullía entre las cortinas de seda blancas, estaba en la habitación de Jeno y Jaemin. La situación no solía ser de su agrado, sus amigos llevaban siendo una pareja desde que comenzaron la secundaria, cuando él los presentó, y hasta ese día ambos se amaban de una manera inexplicablemente perfecta. Sentía celos, celos de tener que compartir de aquel modo a sus dos mundos distintos, pero a veces pensaba que eso debía pasar. Ambos escogieron la misma secundaria por él, y al principio le emocionó, hasta que ellos se vieron de una manera especial.

Ahora se encontraba ahí, recostado, con una pierna y un brazo de Jaemin sobre él y la cabeza del menor en la curva que se formaba entre su cuello y su hombro. El peli-rosa era su primer amor, lo conoció en su primer día de colegio y a medida que los años pasaron y sus hormonas cambiaron, pudo sentir que su atracción también lo hizo. Se enamoró perdidamente de él y de su hermosa sonrísa.

Luego estaba Jeno, quien ahora estaba pegado a la espalda de Jaemin, abrazándolo como si su vida dependiera de ello. A él lo conoció en tercer grado, cuando este se mudó a la casa de al lado de la suya, y con el tiempo desarrolló un interés profundo por este. Pero ahora todo era diferente, él a veces era la tercera rueda de la carretilla, pero se había acostumbrado a las preferencias de estos dos.

Observó a Jaemin, quien había abierto sus ojitos y estaba observándolo con cuidado. El menor sonrió presionando sus lindos dientecitos delanteros a sus labios, parecía un conejito.

— Buenos días, Renjunnie. — El peli-rosa se acurrucó aún más junto a él, pero apenas podía moverse, puesto que Jeno lo sostenía para sí, fuertemente.

— Buenos días, Nana. ¿Qué tal dormiste? — Susurró.

— Bien, porque las dos personas a las que más amo estuvieron para mí. — Renjun rió bajito y se removió hacia abajo un poco más para poder pegar su frente con la de Jaemin.

— Sé que no suelo decirtelo porque no soy tan expresivo como tú, o como Jeno a veces. Pero... Te amo. Sé bien que no te enamoraste de mí como de Jeno, pero yo sí me enamoré de ti. — Jaemin poco a poco mostró otra bella sonrísa.

— Sé que lo estás, de ambos. — El menor elevó una mano para colocarla en la mejilla de Renjun. — Y yo los amo a los dos por igual, sin importar a quien amé primero. Y Jeno también.

— ¿Es normal que quiera besarte ahora? — Jaemin asintió y se acercó a él, para plantar sus finos labios en los suyos.

Miles de mariposas revolotearon en su estómago. Los labios de Jaemin eran tan suaves y sabían a melocotón, tan deliciosos y adictivos. Era un beso necesitado pero a la vez tierno y sutil, lento, perfecto como quien se lo estaba dando. Un carraspeo finalizó sus actos, Jeno estaba despierto.

— ¿Sesión de besos? ¿Puedo unirme? — Susurró el peli-negro, con voz seductora.

— Creo que Renjunnie ya tiene hambre de otra cosa. ¿No, bebé? — Renjun rió ante la malicia de Jaemin.

— Así es. Además, me gusta más el melocotón que la sandía. — Ambos rieron y salieron de la cama, dejando a un Jeno frustrado, enredado entre las sábanas.

— ¡Eso no es justo!

Si, quizá no era todo como él imaginó, pero los amaba aunque él fuera sólo la tercer rueda de vez en cuando.

𝕠𝕟𝕖 𝕤𝕙𝕠𝕥𝕤 ; 𝕟𝕠𝕞𝕚𝕟𝕣𝕖𝕟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora