NOMINREN

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Jaemin se hallaba tirado sobre su cama, exhausto y molesto, esperando a que lo oscuro de la noche lograra hacerlo dormir. Sus padres no le permitían salir nunca, pero Jeno y Renjun realmente querían poder pasar tiempo con él fuera del colegio. Odiaba su vida limitada, odiaba que los viajes de negocios de sus padres no duraran más de medio mes, odiaba no poder brindarle amor a sus dos amados. Se decepcionaba de sí mismo, pero temía enfrentarse a sus padres.

Recordaba cono conoció a ambos. El primero fue Jeno, a quien conoció en la secundaria. Su acento era extraño para algunos y se reían de él. Sin embargo, Jeno se preocupaba por su seguridad y buscaba hacerlo sonreír como fuera. El peli-rojo solía decirle que su sonrísa era lo más hermoso que había visto en su vida, no necesitaba nada más si podía contemplarla. Es por ello que siempre lo defendió de todo y todos. Incluso escapaban juntos a un parque cercano a la casa de Jaemin, cada que sus padres discutían con él por su orientación sexual. Con solo catorce años, ya había conocido lo que era el verdadero amor, pues tardó un año en darse cuenta de que sus sentimientos y los de Jeno iban más allá que de una amistad.

Renjun llegó en cuarto año de secundaria. Al principio iba como estudiante de intercambio, sin embargo su familia tomó la decisión de mudarse desde China a Corea, y eso significó que la estadía del mayor sería indefinida. Jaemin lo veía sólo siempre, por lo que se acercó a él sin pensarlo. Pero ya con dieciséis años de edad, los sentimientos se acumulan a montones. Fue entonces que su camino se abrió entre ambos jovenes. Renjun amaba su rostro, decía que era una obra de arte que merecía ser apreciada en lugar de despreciada, pero no todos comprenden el arte. Ambos chicos le habían confesado sus más profundos sentimientos y él los amaba por igual.

A sus dieciocho, por fin tomaron la decisión de que ambos podrían compartir su amor, pues Jaemin siempre les dedicaba tiempo y cariño por igual. Ahora con ventidos años, solo quería estar con ellos, se habían convertido en su todo, sin importar la opinión de sus padres. Su sueño nunca fue estudiar economía o contabilidad como lo estaba haciendo, solo deseaba tener una vida tranquila y quizá ser compositor, podría ganar mucho dinero sin sufrir estudiando algo que odiaba.

Una piedra hizo sonar su ventana. Luego otra, y otra, y otra más. Abrió con cuidado y ahí estaba Renjun, con unas cuantas piedras pequeñas en su mano izquierda, mientras Jeno esperaba en su camioneta. Una sonrísa se dibujó en su rostro por primera vez en todo el día.

— Fugate con nosotros. — Dijo Renjun, intentando no hablar muy alto.

— Lo haré.

Jaemin guardó lo necesario en su maleta. Jamás había estado lejos de sus padres, sin embargo su corazón deseaba estar con quienes más amor le habían brindado. Cambió su pijama por una ropa cómoda y le arrojó su maleta a Renjun y Jeno, quien ya había bajado de su vehículo. Buscó su teléfono y salió hacia su balcón, para así bajar por una vieja enredadera al costado de su ventana. Renjun saltó a sus brazos, dándole un cálido beso de esos que solo quienes amaba podían darle. Jeno hizo lo mismo, sin embargo, junto al peli-rojo se sentía más pequeño y tímido. Ambos le hacían sentir cosas distintas, pero sin duda el amor no cambiaba.

Subieron a la camioneta de Jeno y este la hizo arrancar.

— ¿Y a dónde iremos? — Cuestionó Renjun, quien iba del lado de la ventana.

— A donde sea lejos de este basural. Seremos felices juntos. — Afirmó Jeno. — Y Nana ya no tendrá que estar lejos de nosotros.

— Los amo... Los amo demasiado. — Susurro Jaemin.

— Sabes que también te amamos.

Iban sin rumbo alguno. Pero si tenían algo en claro, y ese algo era que la llama de su amor no iba a extinguirse nunca.

𝕠𝕟𝕖 𝕤𝕙𝕠𝕥𝕤 ; 𝕟𝕠𝕞𝕚𝕟𝕣𝕖𝕟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora