NOMIN

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Clik.

Jeno pudo oir el sonido de la cámara sonar frente a él, pero su concentración no era la mejor esa mañana. Su cerebro viajaba por un espacio diferente al que se encontraba en ese preciso momento. Esa mañana tenía una sesión de fotos, pero para ser sincero, en lo único que pensaba era en regresar a su departamento y tener una sesión de fotos con alguien diferente. Algunas personas pensaban que era un anticuado, que sus ideas del amor estaban demasiado inadaptadas para esa época y que debería haber nacido en años antiguos quizá. Pero él no lo veía así.

Su relación era lo más preciado para él, le gustaban los amores chapados a la antigua. Esos amores donde tu primera cita es en un autocinema, donde regalas peluches y chocolates para conquistar a esa persona especial; esos en los que tomas fotografías con una cámara para poner las fotos en un álbum y no guardarlas en tu teléfono. Ese tipo de amor en el que pierdes tu virginidad luego de casarte con quien pasarás toda tu vida, donde tu primer beso vale tanto como el oro, un amor parecido al filtro de una polaroid, parece antiguo, pero es tan bonito que terminas por amarlos.

Y en ese momento solo pensaba en la persona que había despertado ese amor en él, su ex mejor amigo y compañero Na Jaemin. Jaemin amaba la fotografía, sin embargo su carrera iba por el lado del modelaje, no había podido pensar en ser fotógrafo debido a que sus padres querían mayor éxito para él. El menor era bastante peculiar, con un pensamiento y una actitud algo fuera de este mundo, muchos no llegaban a comprenderlo, pero él lo hacía y así estaba bien. Jaemin era de esos chicos que si le dices "Tiremonos juntos en paracaidas", lo haría sin dudas para no dejarte solo. Tenía un humor bastante variado, como si de una montaña rusa se tratase.

Na Jaemin era todo un caso sin duda. A veces parecía estar tan hiperactivo como si se hubiera tomado cien latas de energizante. Otras, su ánimo era tan bajo como un teléfono a punto de quedarse sin batería. Nunca había un punto medio, pero así Jeno no se aburría jamás. Era su amor anticuado, el cual Jaemin apoyaba, ese amor de película en blanco y negro o en tonos marrones. Quizá en colores apenas notables por la antigüedad y baja calidad de la época. Así les gustaba, oir The Beatles por las mañanas, tomar polaroid's por las tardes en un picnic improvisado, bailar Rock and Roll por las noches sin siquiera conocer un paso. Esa era su felicidad.

Ahora se dedicaba a cambiarse de atuendo para dirigirse a ver a aquel travieso conejito de sonrísa resplandeciente. Jaemin no había tenido actividades ese día, así que le prometió llegar temprano para salir juntos a ver una película al autocinema. Los recuerdos invadían su mente, conoció a Jaemin en las clases de preparación para los aspirantes de la compañía de modelaje, fue un flechazo instantáneo. Jaemin llevaba un lindo sueter rojo de Snoopy, unos jeans negros apenas despegados de sus piernitas delgadas y su cabello era negro y estaba algo desordenado sobre su frente, como si hubiera tratado de formar hondas a las apuradas. Parecía estar en su mundo, tarareando una linda canción que desconocía por el momento. Y fue cuando se sentó a su lado, dos pequeños de trece años, viendose mutuamente esperando a que uno hablara.

Ese día comprendió que no podría estar lejos de Jaemin por mucho tiempo, porque lo amó con solo ver esa sonrisita de conejo y esos ojitos brillantes que no dejaban de revolotear de un lado a otro con curiosidad. Renjun, un amigo de ambos, fue quien les dijo que deberían salir, pues la tensión había cansado a todos en el set a sus 17 años. Pasó por unos cerezos, sintiendo la brisa veraniega en su rostro, había insistido en irse en bici para no contaminar y al final el staff accedió para que dejara de quejarse de todos los problemas ambientales.

Recordó su primera cita con Jaemin. El autocinema estaba repleto mientras se veía el atardecer y los cerezos dejaban caer diversas florcitas sobre los autos que iban llegando. El auto era de Chenle, Jaemin estaban tan emocionado con la idea de tener una cita al estilo Vaselina, que no dejó de hablar de ello durante toda la semana. El chico de cabello rosa en ese momento, tomaba polaroid's sin parar, según él porque es mejor tener todo en un álbum y no solo en un teléfono o computadora. Era el indicado, sin dudas.

Luego recordó cuando le pidió ser su novio. Fue en unos de sus picnics improvisados, el cual tuvieron detrás de las gradas de un partido de beisbol con la llegada del otoño. Jaemin lo dejaba sin habla con un lindo color caramelo en su cabello, viendose como un verdadero príncipe. El menor usaba una camisa a cuadros dentro de unos jeans azul oscuro un poco olgados, y unas converses negras. El estilo de sus vestimentas era acorde a la época que les agradaba más, y casi siempre trataban de ir a juego. La emoción de ambos al saber que eran por fin más que amigos, fue indescriptible, y sellaron aquel amor con unos batidos de chocolate y vainilla en la cafetería de un tío de Jeno. Como era de esperarse, ambientada a un estilo más anticuado.

Su corazón se aceleraba con solo pensar en Jaemin, en el menor llamandolo para mostrarle nuevas recetas que había provado, o simplemente para sentarse a ver el río correr y arrastrar flores de cerezo sin rumbo alguno. Ese era su amor, un amor anticuado, un amor sincero e incomparable. Golpeó la puerta del departamento, siendo recibido por un gran abrazo y un pequeño conejo que ahora parecía un koala de lo aferrado que estaba a su cuerpo.

— Hola bebé. — Saludó Jeno, llevando consigo al lindo chico de cabello rubio. Jaemin se teñía bastante seguido. A veces ni siquiera sabía el tono de sus colores.

— Hola amor. — Saludó el menor, despegando por fin su rostro con brillo y pequeñas estrellitas y corazones regados por sus mejillas y su cabello, de su cuello.

— ¿Qué te sucedió? Pareces un hadita de lo colorido que estás. — Rió, bajando al menor de su torzo.

— Te tengo una sorpresa. — Habló el rubio, arrastrándolo hasta la habitación que compartían. — Cierra los ojos. — Jeno hizo caso a su orden hasta que el menor lo hizo entrar al cuarto. — Abrelos.

Las paredes estaban repletas de polaroid's que tenían desde los trece años, desde sus comienzos hasta la actualidad. Sus picnic's, salidas nocturnas al centro comercial, a los arcades, al río; de viajes que habían podido completar a distintos paises, con sus familias en las fiestas, bajo el muerdago, cocinando... Pero la que estaba en medio de la habitación llamó su atención, ni siquiera sabía en qué momento de ese día Jaemin había tomado aquella foto, pero si recordaba lo que sucedió.

Aquel día en que por primera vez Jeno tuvo que separarse de él unos días para una sesión de fotos en Roma. Ese día Jaemin le dijo "te amo" por primera vez y él lo hizo también. La polaroid consistía en él en la entrada del avión, y Jaemin estirando su mano al frente. Fue un día tan triste, pero a la vez tan especial para ambos, fue su primer "te amo", eso valía mucho.

— Nuestro amor anticuado es como un amor de polaroid. — Susurró el menor, al notar su interés por esa foto en medio de todas las demás.

— Te amo. — Dijo Jeno, dejando un dulce beso sobre los labios brillantes y rojizos del menor.

Jaemin sonrió. — También te amo.

𝕠𝕟𝕖 𝕤𝕙𝕠𝕥𝕤 ; 𝕟𝕠𝕞𝕚𝕟𝕣𝕖𝕟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora