NOREN

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Aquella mañana si que era helada, como desearía haberse quedado recostado en su cama, bebiendo una taza de chocolate caliente. Renjun aguardaba en la estación de trenes, esperaba a que su primo, Chenle, llegara desde Busán. El frío estaba logrando entumecer sus dedos de los pies y comenzaba a sentir un dolor molesto en su nariz.

Bufó, el tren estaba tardando más de lo normal y comenzaba a frustrarse por ello. Buscaba hallar calor en sí mismo, cuando unos pasos sobre las baldosas grises del lugar, llamaron su atención. No volteó, por aquellos zapatos supuso que debía tratarse de un hombre rico, quizá con el auto roto o como fuera. De igual modo, nada de ello era de su incumvencia.

— Disculpa. — El chino volteó a verlo. Era apuesto, fornido y agradable a la vista, digno de admiración. Su cabello estaba perfectente peinado hacia ambos lados, en menor cantidad a la derecha. Sus ojitos apenas se veían devido a que arrugaba su rostro por el frío. — ¿Tienes hora?

Renjun agradecía llevar bufanda, pues lo había estado mirando con la boca abierta y sus ojos como platos. Levantó su muñeca y observó la hora en ella, esperando enserio poder responder sin problemas a la pregunta del joven.

— Las siete y media. — El contrario soltó un bufido, al cual le siguieron algunas maldiciones. Renjun realmente no quería ser entrometido, pero si quería saber a qué se debía el mal humor del castaño a su lado. — ¿Está todo bien?

— Es que llegaré tarde a mi... A mi trabajo. — Dijo, parecía algo dudoso de su respuesta.

— Si quieres... Quizá... Podríamos hablar un rato, para que bajes un poco los humos. — Quizá la situación se transformaría en un silencio incómodo, pero a Renjun tampoco le gustaría haberse metido en vano.

— Soy Jeno. ¿Y tú? — Renjun bajó un poquito la bufanda de su boca.

— Renjun. ¿A qué te dedicas? — Jeno pareció tensarse. Con sus manos le dió un fuerte apretón a sus rodillas y luego lo observó nuevamente.

— Trabajo en una empresa de mariscos. Los transportamos a todas partes del mundo. — Afirmó. — Tú, a juzgar por los libros que llevas en tu mochila, pareces ser un universitario aún. ¿O me equivoco?

Renjun negó. — Estás en lo correcto. Estudio medicina, espero algún día ser doctor. Por ello tantos libros, debo estudiar hasta cansarme y más.

— La vida de un universitario se oye devastadora. No planeo seguir tu camino, amigo. — Ambos rieron. — ¿Sabes que tren debería tomar hacia las afueras de Seúl?

— Supongo que el de las ocho. Ya está cerca de pasar, no te preocupes. — Afirmó Renjun, pero Jeno parecía estar ancioso y molesto. — ¿Tienes novia o novio?

Jeno no respondió, puesto que el tren se hizo presente en la estación. Un joven de cabello azul corrió para subir, chocando accidentalmente con Jeno. Le pidió disculpas, Renjun jura que fueron una diez veces o más. Jeno se volteó hacia él.

— Puede ser que pronto lo tenga. — Renjun sonrió, pero si le molestó un poquito aquello. — Adios Renjun. Ah, mira ese papel, ahí está mi número.

— Gracias. Adios Jeno.

Y así vió alejarse el tren, sintiendose estúpido por pensar que quizá podría ser él a quien amara aquel castaño tan apuesto, que coquetearle no sería mala opción. Pero al menos tenía su número, y ahora quizá conquistarlo no sería tan difícil. Abrió el papel y se llevó una sorpresa.

Este es mi número. Por cierto, eres lindo, espero verte de nuevo.

- Jeno.

𝕠𝕟𝕖 𝕤𝕙𝕠𝕥𝕤 ; 𝕟𝕠𝕞𝕚𝕟𝕣𝕖𝕟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora