RENMIN

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Renjun temblaba a cada pedaleada en su vieja bicicleta con stickers de Mario Bross. Sus manos sudaban, su pulso estaba acelerado, el latir de su corazón era bastante errático a decir verdad. ¿Mucho ejercicio? Claro que no, estaba acostumbrado a andar en bicicleta. La causa era otra.

Aún recordaba la primera vez que lo vió, cuando apenas recibió el trabajo. Renjun buscaba conseguir cualquier medio de sustento, estaba dispuesto a aprender lo que fuera y hacer lo que fuera. Fue entonces cuando encontró aquel folleto pegado en el ventanal de la cafetería a la que solía ir por Jisung para llevarlo a casa de Jaehyun, eso le daba un poco de dinero. "Se necesita repartidor".

Nunca se vió haciendo tal trabajo, pero tomó la entrevista sin dudarlo mucho, quizá por la desesperación de sustentarse a sí mismo rápido, antes de que sus padres hicieran que volviera a China. La independencia tiene un costo, y ese es que aunque no disfrutes tu trabajo, debes vivir de algo; se repetía. Los Lee eran buena gente, Mark y Donghyuk parecían una pareja algo inusual, pero se amaban a su modo. ¿Qué importaba? Al menos estaban de acuerdo en que él merecía el trabajo.

Todo iba bien, sin embargo, nunca pensó que un paquete cambiaría su vida recientemente mejorada. Ese día debía llevar un ramo de rosas, pero no cualquier rosa, era la famosa y tan cara rosa "Dulce Julieta". Rara flor para ser honesto, un gusto bastante difícil y caro, si le preguntaban. Como cada día, subió a su bicicleta y partió rumbo al destino de aquel ramo tan peculiar. Se preguntaba quién podría estar tan enamorado como para recorrer cielo y tierra en busca de tal flor para entregarsela a alguien, quizá hasta se metió con el mercado negro.

Jamás había estado enamorado. ¿Se sentiría bien? ¿Cómo funcionaba el amor? Preguntas que probablemente no se responderían nunca. Llegó a la dirección que estaba en la tarjeta, la había leído, todo un poeta se hallaba tras esa carta y el bello y ostentoso ramo. Bajó de su bicicleta con el ramo en mano, golpeó la puerta y se dedicó a esperar. Seguía pensándolo. ¿Qué siente uno cuando está enamorado? ¿Cómo es que nunca logró sentirse así por alguien? Quizá tenía un problema, quizá era tan asexual como las plantas que cargaba ahora mismo.

Y su mente divagó. Si fuera una planta, ¿cuál sería? Quizá un nenufar. ¿Qué sebía él de plantas?

— Una lila. — Renjun salió de su trance al oir una voz. Pero vaya que se llevó una gran sorpresa al toparse con aquella obra de arte... Y el hecho de que estuviera pensando en voz alta. Aquel joven se merecía ese ramo de rosas y más. — A juzgar por tu físico y vestimenta, serías una lila. Elegante, suave, tranquilo y un poco tímido. ¿Acerté?

Renjun asintió. Si lo pensaba bien, realmente aquel joven estaba en lo correcto, lo cual era algo espelusnante considerando que apenas se veían. Sin embargo, Renjun no estaba en sus cinco sentidos y pensar era lo que menos estaba haciendo, solo se guíaba por sus terribles instintos.

— Chenle es todo un romántico. Ojalá lo gastara en alguien que de verdad lo ame. — El joven hizo un puchero. Renjun estaba experimentando un burbujeo extraño en su estómago. ¿Hambre?

Bueno, el hambre no te hace sudar, temblar y sentir calor en demasía. ¿Fiebre? No, la fiebre no te impide pensar y hablar, y Renjun no estaba pudiendo decir ni una sola palabra. Aquel chico era precioso, perfecto. Renjun experimentaba por primera vez "el amor a primera vista".

— Soy Renjun. —Estúpido; se maldijo al instante. ¿Quién te preguntó?

Jaemin. Un gusto conocerte. — El castaño sonrió. Podría jurar que nunca vió una sonrísa tan hermosa en su vida.

— Lamento que ese pobre chico no tenga tu afecto.

— Yo también, pero espero a alguien especial. Quiero a alguien tan inusual como esta rosa, y Chenle solo pudo encontrar la rosa literal, parece que no comprende referencias. — Rió.

— Ser inusual es un trabajo duro, la gente común da vueltas y vueltas por el mundo. A veces pararse a pensar en qué nos hace especiales nos hace ver que quizá hay algo más en nosotros que no hemos aprovechado aún.

— Me gusta tu pensamiento, Renjun. Bien, gracias por las flores. Ten tu propina y quizá te vea luego.

— Si...

Desde ese día, Renjun le llevaba flores a Jaemin con la excusa de que eran un envío anónimo. Flores baratas, pero bellas. Era un simple repartidor, pero el amor todo lo puede. Ganaría el afecto de aquel florista extraño, porque gracias a él, supo lo que era tener un propósito en la vida y también, qué es el amor de verdad.

Renjun tocó el timbre, dandole comienzo a la espera de que sus sentimientos fueran aceptados.

𝕠𝕟𝕖 𝕤𝕙𝕠𝕥𝕤 ; 𝕟𝕠𝕞𝕚𝕟𝕣𝕖𝕟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora