RENMIN

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El chino se hallaba esperando con ancias cerca de la puerta de su casa. Estaba frente al espejo, acomodando su cabello y atuendo. Quería verse lindo, porque eso se supone que haces cuando te gusta alguien y quieres gustarle también. Estaba seguro de que se veía perfecto, pero algo no le gustaba, quizá mucho perfume. Eso a su amado no le agradaba, lo sabe porque Chenle se lo contó luego de su clase de coreano. Chenle era más extrovertido, algo descarado por así decirlo, pero él no podía ser así por más que quisiera, así que se limitaba a tomar asiento frente al lindo peli-negro que lo visitaba y observarlo. Sin embargo, ese día sería diferente.

Oyó unos pasos acercándose a la puerta, esperó unos segundos y abrió. Renjun miró con atención a su profesor de coreano. Apenas le entendía lo que decía, pero eso no era impedimento para que su corazón se alvorotara con solo oir sus pasos cerca de la puerta de su casa. Era menor que él, por meses, pero se veía tan maduro, sin embargo a veces su actitud era de un bebé y su rostro una ternurita. Renjun jura que se enamoró, pero a decir verdad, nunca compartió un momento más allá de las simples clases de coreano que tenía de lunes a viernes por la tarde.

— Hola Renjunnie. — El menor sonrió. Renjun no sabe cuando fue que comenzó a llamarlo así sin la confianza debida, pero lo amaba.

— Hola Jaemin. Pasa. — Sin más, el peli-negro entró y se quitó sus zapatos para seguir adelante.

El ambiente no era incómodo, pero Renjun quería poder abrir su boca para decir algo más que palabras nuevas que estuviera aprendiendo. Fue entonces cuando Jaemin por primera vez le enseñó a decir "te amo". Perfecta situación, no debía tener miedo, debía confesarse.

— Repitelo, por favor. — Animó Jaemin.

— Te amo. — Dijo Renjun, y Jaemin asintió, pero el mayor no lo dejó ahí. — Pero enserio lo hago.

El silencio que se apoderó de la habitación, desesperó al chino. Jaemin no decía palabra alguna, solo observaba el suelo con total interés.

— Nana... Di algo.

— Te amo.

Renjun sonrió, pues aunque apenas se comprendían, sabían perfectamente que para el amor no hay fronteras ni idioma.

𝕠𝕟𝕖 𝕤𝕙𝕠𝕥𝕤 ; 𝕟𝕠𝕞𝕚𝕟𝕣𝕖𝕟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora