Advertencias: Dubcon, menor de edad.
Érase una vez, en un pueblo del norte de Moira, un precioso niño de brillantes ojos cafés y cabello oscuro como el ébano, risueño e iluso, caracterizado por llevar siempre consigo una caperuza roja. Su madre era una mujer hermosa, pero herida por la crueldad de la vida y la pérdida de su primer hijo, sobreprotegió y limitó a su otro retoño, lo envolvió en sus cálidas alas durante fríos inviernos, e incluso en calurosas temporadas, al punto que el polluelo nunca aprendió a volar.
Seokjin, que así se llamaba el niño, se convirtió en un muchacho precioso, educado y algo reservado. Mantuvo su candidez, su amor por la tierra y las plantas y, a pesar de su carácter taciturno, siempre estaba revoloteando con sus recientes mechones lilas por el jardín de su hogar. Mientras crecía, la semilla de la curiosidad sembrada en su corazón infantil, brotó en forma de un girasol que buscaba constantemente al refulgente astro del día, la libertad era ese astro.
Nunca conoció nada más allá de la casa de su abuela, ubicada a kilómetros del lugar donde él vivía. Cuando salía sin compañía, solo se le permitió recorrer lugares aledaños a su hogar. Y como un gorrión encerrado en una jaula de oro, estuvo retenido toda su vida en la zona de gente pudiente, limitado a admirar las amplias casas vecinas de tejados bermellón y ocre que llenaban la adinerada zona central, la escultura de la mujer alada sosteniendo una antorcha sobre la pileta marmoleada de la plazuela, y la pastelería donde vendían sus postres favoritos. Educado en casa y con las compras hechas por una ayudante, la frustración por no poder ser independiente como los otros chicos de su edad, trajo consigo una brisa rebelde.
Intentó hablar con su madre muchas veces, Seokjin no era alguien que hubiera discutido alguna vez con ella, siempre guardándose para sí mismo la mayoría de sus molestias y aflicciones. Pero ahora que lo hizo, no hubo resultados. Así que decidió salir y explorar solo, demostrar con acciones que podía cuidarse por su cuenta.
Había decidido ir a casa de su abuela, tenía grabado el camino por las veces que fue en la carrosa con su madre. Llevaba consigo una canasta de comida, frutas cítricas y dulces postres. Flotaba en la novena nube mientras recogía flores y entonaba una alegre melodía.
A medio camino, de entre los arbustos, un gemido lastimero se hizo escuchar. Sin poder resistirlo, Seokjin se aproximó y encontró a un lobo de tono gris marrón con la pata herida, sangre escurriendo de lo que parecían ser cortadas. Lo mejor sería no acercarse, pero no podía ignorar a un ser indefenso. Tanteó acercarse para medir la reacción del animal, este solo agachó la cabeza y extendió más su pata hacia él. Ya más confiado, Seokjin se quitó la pañoleta de la cabeza y, luego de usar su agua para limpiar la herida, la envolvió alrededor de la lastimada extremidad. Sacó de su canasta un poco de su comida y se la arrojó cerca del hocico, el lobo lo devoró todo en un instante.
Minutos transcurrieron y el animal agotado se quedó dormido, su pecho subiendo y bajando pacíficamente, las suaves orejas y negra nariz moviéndose sutilmente. Nunca había visto un lobo en la vida real, los dibujos de sus libros no podían hacerle justicia a lo hermoso que era su pelaje. Y Seokjin, como el amante de las cositas peludas que era, no pudo evitar acariciarlo, peinando las hebras con sus huesudos dedos. Pasó mucho tiempo admirándolo, con la esperanza de que nadie se cruzara por ese camino y representara un peligro para el animal herido.
Para suerte suya, todo se mantuvo tranquilo por horas, hasta que el animal empezó a removerse. Los ojos de Seokjin se abrieron con sorpresa al ver como la criatura tomó la forma de un humano, huesos crujiendo y pelaje desapareciendo. Asustado, tropezó y cayó sobre su trasero con un ruido sordo.
—Oh, no. Lo siento tanto, no quería asustarte —la suave voz se alzó, sonando realmente arrepentida—. Ven, déjame ayudarte —un par de pocitos se asomaron en las tiernas mejillas cuando el hombre sonrió y le extendió la mano para que pudiera levantarse.
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TEMPTATION [ Seokjin bottom ]
FanfictionCuando la más refulgente estrella nace, lo idílico se vuelve real, la belleza propia solo de los dioses toma forma en un ser humano. Un rostro de durazno dulcemente adornado de rosetas de arrebol, abultados labios cereza, y pureza reflejándose en l...