Capítulo Doce

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     Exploté. Literalmente exploté. Mi cuerpo cambió de forma tan espontanea que mis restos humanos terminaron salpicando todo a mi alrededor. Nunca me había sucedido, siempre había pensado en el proceso del cambio lo suficiente como para evitar este problema, pero en esos momentos no estaba pensando. Ni Madeline.

— ¡Madison detente!—Dijo Rowran a lo lejos.

Mis patas se movían por si solas y los rugidos que salían por mi boca me asustaban a mí misma. La rabia que sentía era indescriptible. No podía soportar la idea de que la historia se estuviera repitiendo con Cianna. Mi cuerpo salió disparado hacia el otro lado y un rugido que no me pertenecía retumbó en el bosque. Cuando alcé la vista mi corazón se detuvo, mi aliento se fue y mi cuerpo cambió de forma. Toda la ira se había ido, siendo reemplazada por confusión y esperanza.

Porque justo en el mismo centro, interponiéndose entre Rowran y yo, se encontraba un chico, un chico que reconocía muy bien.

— ¡Aléjate de ella!—Rugió Mikha. No estaba en condiciones de pelear. Su cuerpo estaba ensangrentado y se notaba el trabajo que estaba haciendo para mantenerse de pie, pero aun así intentaba defenderme, como siempre lo había hecho.

— ¿Mikha?—Dije poniéndome de pie. Rowran le rugió, pero yo le alcé la mano para detenerlo.

— ¿Lo conoces?—Me preguntó. Mikha me miró.

— ¿Lo conoces?—Me preguntó con el mismo tono de Row.

—Sí—dije. No me podía importar menos mi desnudez.

— ¿De dónde?—Preguntó Rowran—. Asumo que es un amigo muy cercano.

—Soy…—Mikha se cayó.

Corrí a su lado y traté de ver de dónde provenía la sangre, pero, por supuesto, ya sabía de dónde.

—Necesita un médico—le dije a Rowran—. Tiene varias heridas en la espalda, probablemente hechas con plata.

—Vamos a llevarlo de vuelta a casa—dijo Row. Me dio una mirada—. Y allí me explicas de dónde lo conoces.

***

Después de que dejé a Mikha en manos de la doctora de la manada, después de que le prometí varias veces a Cianna que le traería la cabeza de Keiro a su debido tiempo, y después de que limpié las tripas que habían adornado todo el balcón trasero, me di un baño. Mis emociones eran un desastre. Estaba furiosa por Cianna, feliz por haber encontrado a Mikha, quien tenía varias cosas que explicarme, y preocupada por la situación en Blood Moon. ¿Qué iba a hacer con Keiro? ¿Matarlo de una vez o planear una venganza lenta y cruel? ¿Cómo era que Mikha estaba vivo? ¿Dónde había estado todos estos años? ¿Por qué no me había buscado? ¿Quién lo había herido? ¿Cómo estaban todos en Blood Moon? ¿Estaré en la lista de enemigos de alfa Emelay? ¿Cómo estaban Mateo y Aquarius?

—Primero, las venganzas son mejores lentas y dolorosas. Se disfrutan más—. Brinqué, abriendo el agua hasta el nivel máximo y gritando por la presión repentina. Rowran rio y pasó su mano por mi lado, bajándola de vuelta sin dificultad—. Estabas pensando en voz alta— explicó—. Pero volviendo al tema, una venganza bien planeada. Cuentas conmigo. Segundo, me tienes que explicar quién es el chico para comentarte mis teorías y, tercero, lo que tienes que hacer es llamar a McWilliams para preguntarle—. Iba a devolver su mano a su lugar, pero pareció cambiar de idea y la puso en mi costado, pegándome a su cuerpo desnudo.

—Te debería sacar los ojos—susurré. Escuché su risa cerca de mi oído y su respiración me acarició la piel.

—Estas estresada—dijo, besando el espacio entre mis hombros y mi cuello. La electricidad corrió por todo mí ser. Tragué.

Alges: La GuerreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora