Capítulo Ocho

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     Regresar a la mansión con Rowran fue toda una misión. Pasamos una mañana tranquila: despertar juntos, bañarnos-separados- y desayunar, luego el tema de Melia surgió y comenzamos a discutir. Él defendía a su hermana con la excusa de que solo había intentado ayudarlo y yo la atacaba por ser la que le propuso la brillante idea de que saliera con otra y ni mencionemos que me llamo “tipa”, “cualquiera” y “ramera.” Se podía ir al diablo.

Cuando estábamos cerca escuchamos ruidos. Estábamos listos para volver a huirle a Van Helsing, hasta que O’Reilly apareció. Resulta ser que ni nos estaban buscando. McWilliams había inventado una excusa por nosotros pensando que, eh, bueno, nos habíamos entretenido. Mi próxima meta: averiguar cómo se había enterado.

—Apuesto a que investigaron bastante—dijo. Lo mire con ojos entrecerrados.

—De hecho sí—dije—. Hay una cosa por la frontera.

—Ah, Hill, no necesito saber…

— ¡Pero es una bestia!—Dije con los ojos abiertos.

— ¡Hill, no necesito saber eso!

—Pero si es pertinente al caso. Puede ser el responsable de…

— ¿No estas embarazada o sí?

— ¿Por qué…?—Uní mis cejas antes de abrir la boca en sorpresa—. ¡No! ¡No! ¡No hablo de eso, por Dios! ¡Me refiero a una bestia real, que vigila la frontera! Nos persiguió y tuvimos que huir.

McWilliams me miro como si estuviera loca.

—No estoy bromeando, pregúntele a Rowran. Tuvimos que quedarnos en un motel y luego llegaron cazadores y…—Se puso de pie.

— ¿Cazadores en estos territorios?—Asentí y él maldijo.

— ¿Por qué? ¿Algo más sucedió?

—García y Holloway aún no han regresado.

Mi corazón latió con fuerza.

— ¿Desde anoche?—Asintió—. Mier…

—Hay que organizar grupos de búsqueda. Toma uno de esos mapas y marca el lugar donde viste a tu “bestia” y donde encontraste a los cazadores. Salimos tan pronto todos estén listos.

—Sí, Dux bellator—dije corriendo hacia los mapas.

Tomé el primero que pude alcanzar y lo abrí, buscando el río rápidamente. No podía marcar el lugar exacto porque estábamos perdidos, así que marqué toda el área desde el río hasta la carretera. No era un área muy grande, pero era irregular, lo que podía causar problemas.

—Tu teléfono ha estado sonando toda la maldita noche—dijo Mizrachi. Me había olvidado de su existencia—. ¿Me puedes decir a donde te llevaste a mi alfa?

—Pregúntale a él—le contesté, tomando el celular de sus manos.

Tenía diez llamadas perdidas y tres mensajes de texto de Cianna. Los abrí mientras Mizrachi comenzaba a discutir.

¿Dónde estás? Necesito hablar contigo, es urgente - K.

¿K? ¿Keiro?

Maddie, necesito que me llames pronto. Es muy importante. Es sobre Cianna. -K

Cia. Cia. Cia.

Madison, necesito que me llames YA. No puedo seguir esperando. -K

Mis dedos se movieron solos mientras llamaba al teléfono.

— ¿Me estas escuchando?

—¡No! —Le grité a Mizrachi—. Mizrachi, si Rowran no te cuenta sus cosas es su problema no el mío. Ahora, déjame en paz. Lo último en mi cabeza es tener que trabajar con una beta celosa.

Alges: La GuerreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora