Capítulo Cuatro

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     —Keiro te ayudará a cazar, le enviare dinero todos los meses para los gastos de la casa y tuyos, te llamaré todas las tardes, cuando necesites…

— ¡Madison Hill!— Gritó Cia—. Me has dicho lo mismo más de cinco veces, ya entendí. Si hay algo que olvidaste simplemente llama.

— ¿Ya quieres que me vaya?— Dije fingiendo estar dolida.

—Sabes que no, pero al parecer tú no te quieres ir. No le puedes tener miedo a Rowran—. Sí, le había contado todo. No tenía a nadie más—. Ya lo rechazaste, ya están separados, ya paso. Tienes que continuar con tu vida- con tu sueño.

—Cierto.

—Ya todo está listo— dijo McWilliams—. Solo falta tu equipaje.

—Aquí está— dijo Cia quitándome la maleta de la mano.

— ¿Solo una maleta?— preguntó.

—Viajo ligero— dije.

—Como quieras, vámonos—dijo haciéndole una seña a los demás chicos. Todos se acomodaron en tres autos rápidamente.

—Maddie— dijo Keiro, apareciendo entre los arbustos. Le sonreí.

—Cuida bien de ella, ¿sí?— le dije, haciendo un gesto hacia Cia. El envolvió su mano alrededor de su cintura y ella descanso su cabeza sobre su hombro. Aquí solo estábamos nosotros así que no tenían que disimular.

—Con mi vida— me dijo. Sacó algo de su bolsillo—. Mis padres me pidieron que te diera esto. Es una tarjeta, depositaran tu sueldo ahí.

—Gracias. Ahora, bueno, creo que es mejor que me vaya.

—Dame un abrazo primero— dijo Cia.

—Ahora eres tú la que no quieres que me vaya— dije y ella rio. La abracé pero la solté rápidamente cuando alguien sonó la corneta de uno de los autos.

—No tenemos todo el día, Hill. Mueve tu bonito trasero— gritó alguien.

—Nos veremos pronto— dije caminando hacia atrás.

— ¿Acabas de decir que nos veremos, bastarda insensible?— Dijo Cia. Rodé los ojos.

—Adiós, Cia. Adiós, Keiro.

Llegué al auto del chico que me había gritado antes.

—Algo de respeto, por favor— dije sentándome en la parte de atrás, junto a otro chico.

—Aquí el respeto no se pide, se gana, Hill— dijo comenzando a manejar.

— ¿Y tú quién eres?

—Bellator Holloway— dijo. Miró por encima de su hombro—. Pero no eres mi tipo.

¿Era broma?

—Me alegro— dije soltando una risa.

—Esa estatua a tu lado es López y este idiota a mi lado es García.

—Hola— dijeron en unísono. Holloway los miro antes de reírse.

Buckle up bitches, nos queda un largo camino por recorrer—dijo, subiendo la velocidad.

Nadie se imaginaba cuanto yo deseaba que ese camino fuera eterno.

***

—Eres tan hermosa—susurró. Le sonreí—. No me importa por lo que tengamos que pasar, te quiero.

Alges: La GuerreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora