Capítulo Veintitrés

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— ¡Ella la asesinó!—Rugió Lyall, apuntándome.

—No sabemos eso—dijo Belle alzando sus manos—. Hay que investigar esto.

— ¡Fue ella!

— ¡Yo no hice nada!—Dije—. Fue Damián, tienen que creerme. Discutimos, sí, pero yo nunca le haría daño a Cianna.

— ¡Mentirosa!—Lyall trató de atacarme, pero Holloway se interpuso entre nosotros y lo empujó con ambas manos.

—Aléjate de ella—le dijo.

—Discutimos y nos dijimos cosas horribles, así que decidí buscarla para disculparme—dije por milésima vez—. Ahí fue cuando salí y lo vi. Era él.

— ¿Y por qué crees que era él?—Me preguntó Belle. Ella era la jueza en este caos—. ¿Hay algo que debamos saber?

Apreté mi mandíbula y di un paso atrás. No quería decirlo. No podía decirlo. Por otro lado, si no lo hacía no me iban a creer. Todo era muy sospechoso, y, de haber estado del otro lado, hubiera pensado lo mismo. Tragué y miré a Belle solamente.

—Mi nombre no es Madison Hill—dije—. Mi nombre es Madison Silver. Damián Silver es mi padre.

— ¡Por lo que él nunca lastimaría a alguien cercano a ti!—Dijo Lyall.

— ¿Y yo sí lo haría?—Le dije—. Cianna era mi hermana, Lyall.

—Lo que la hace intocable para Damián.

— ¿Oh, sí?

—Es tu padre.

— ¿El mismo que me entrego a los cazadores, el mismo que casi mata a mi loba?—Dije—. Vamos a irnos a la parte que conoces: ¿el mismo que mato a tu alge verdadera frente a mis ojos? ¿El mismo que me odió desde que te salvé la vida? ¿De ese es el padre del que estás hablando?

—Madison…—Dijo Belle.

—No, no, esto es ridículo—dije alejándome de todos—. ¿Yo soy la sospechosa? ¿De verdad? Entiendo que todo suena raro, pero no puedo creer que esto esté pasando.

—El hecho de que hayan discutido esa noche es algo muy sospechoso—me dijo Belle—. Tenemos que investigar todos los ángulos.

—Adelante. A menos de cinco pasos de la maldita casa van a encontrar toda la evidencia que necesiten—dijo una mujer. Me giré para verla y me dio una sonrisa antes de volver a tornarse seria—. Pero por ahora, es mejor que se alejen de esta casa y de Luna Hill.

— ¿Y usted quién es?—Preguntó Lyall, listo para volver a lanzar acusaciones.

—Evelina Antonelli—dijo la extraña, alzando el mentón. Alejó los rizos rubios de su rostro y caminó hacia mí—. La madre del Alfa de esta manada y esta joven—.Pasó su mano sobre los hombros de Melia y la trajo consigo hasta que ambas estuvieron a mi lado.

Evelina, la madre de Rowran, era una mujer hermosa. Rowran no tenía ninguna de sus características físicas, pero era difícil pasar por alto las similitudes en su postura, en el aire de confianza y poder. Sus ojos se tornaron fríos cuando miró a Belle.

—Siempre has sido bienvenida a esta manada, Isobelle, pero no pienso permitir que le falten el respeto a nuestra Luna—dijo.

—Evelina, no…—comenzó Belle, pero Evelina alzó una mano para silenciarla.

—No necesito explicaciones. Sé que eres la Alfa superior en este grupo, pero eso no te da derecho a cuestionar a la líder de la manada a la que estas visitando—. Evelina dio un paso hacia ella, dejándonos a todos congelados. Belle la miró fijamente con ningún rastro de miedo en sus ojos—. Los quiero fuera antes de que vuelva a caer el sol. Que los Bellatores se encarguen de la investigación.

Alges: La GuerreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora