Capítulo Nueve

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     Un grito hizo que me despertara. Mis ojos se movían en todas las direcciones mientras trataba de ubicarme. ¿Qué había pasado?

—Hill—dijo alguien en un quejido.

— ¿Holloway?—dije tratando de ver algo.

Había despertado en un lugar oscuro y mis sentidos me estaban fallando. No podía distinguir ninguna forma, ningún olor. Mis muñecas ardían y no necesitaba ver para saber que estaba encadenada con plata.

—Sí—dijo Holloway—. ¿Estás bien? ¿Estas herida?

—No—dije tocando mi estómago.

— ¿Estas segura?

Sentía un hueco en mi lado izquierdo y la sangre saliendo a chorros, pero me rehusaba a decírselo. No iba a servir de nada.

—Sí—dije. La sangre saliendo me causaba nauseas. Me tapé la boca para no vomitar, pero terminé gritando cuando la cadena de plata alrededor de mis manos tocó la piel sobre mis senos.

— ¿Hill?

—Estoy bien, estoy bien—dije tomando un respiro.

—Me voy a acercar—anunció. Escuché el sonido de cadenas arrastrándose—. ¿Hill?

—Aquí.

Un cuerpo se presionó a mi lado y sentí una mano en mi pierna. Holloway alcanzó mi rostro y me acercó a su cuerpo.

—Idiota, tenías que ir y meter la pata—dijo. Me reí, pero el dolor en mi costado me calló—. ¿Hill?

—Ya te dije que estoy bien. ¿Tu estas herido?

—No, solo golpeado.

— ¿Quién te golpeó? ¿Quién nos tomó?

—No tengo ni idea. No lo he visto. Es…es como…

— ¿Cómo un ángel de la muerte?

—Iba a decir como Grim reaper, pero eso también funciona—. Se rio amargamente.

— ¿Y García?—Silencio—. Mierda.

Alcancé su mano y le di un apretón.

—Lo siento—dije.

—Era mi mejor amigo—dijo en voz baja. Cianna.

—Lo sé, lo siento tanto.

—Tenemos que salir de aquí. No te voy a perder a ti también—dijo. Me reí para aguantar las lágrimas. El dolor comenzaba a aumentar.

— ¿Cómo vamos a salir? ¿Has visto una salida, sabes algo?

—Sé que hay chicas cerca.

— ¿Cómo?

—Escuché sus, uh, quejidos—. Se aclaró la garganta. Me tomó un momento entender.

—Oh, asqueroso—dije frunciendo mis labios—. Tenemos que sacarlas de aquí.

—Lo sé, pero aun no tengo un plan.

— ¿Por lo menos sabes si Grim reaper tiene un horario fijo?

—He estado aquí menos de un día, Hill, dame un chance.

— ¿Cuándo fue la última vez que vino?

—Cuando te tiró ahí.

— ¿Cuándo fue eso?

—Hace unas horas…

— ¿Y?—Dije cuando se calló.

— No he podido a escuchar a McWilliams desde entonces.

— ¿A qué te refieres?

Alges: La GuerreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora