Capítulo Veinticuatro

4.7K 403 40
                                    

*Sin Editar

 

Oh, santo niño Jesús.

El silencio cayó sobre nosotras mientras ella esperaba mi respuesta. No podía hablar. La miré fijamente sin poder reaccionar. Después de tantos años, tantas lágrimas, tantas batallas- estaba de vuelta en donde había comenzado mi pesadilla: Silver Light.

—No—dije, mis ojos abiertos como platos—. Esto no me puede estar pasando.

—Maddie...

— ¿Cuándo llegué aquí?—Me puse de pie y ella dio un paso hacia atrás—. ¿Cuánto tiempo llevo inconsciente? ¿Por qué me trajeron?

—Cálmate, Maddie—dijo colocando la bandeja sobre la cama—. Fuiste inyectada, deberías recuperar tus fuerzas antes de hacer cualquier otra cosa.

— ¡Lo que tengo que hacer es salir de aquí!

Pasé por su lado y salí de la celda en la que me tenían. Observé las escaleras a la derecha, pero antes de que pudiera dar un paso Frannie me sostuvo.

—Hay guardias afuera—dijo—guardias con tasers y dardos tranquilizantes.

—Francesca— dije apretando mi mandíbula—tienes que ayudarme a salir de aquí.

—Sabes que no puedo. Si mi madre se entera de que estoy aquí tan siquiera...

— ¡Tu madre es la culpable de todo esto!—Rugí—. ¡Anna es la mujer que se ha dedicado a destruir mi vida!

Frannie dio varios pasos hacia atrás y cerré los ojos. Me ardía la piel, mi alma estaba en llamas. No podía creer que esto estuviera pasando.

— ¿Por qué me tienen aquí?

—Maddie...

—Si no piensas contestarme mejor vete.

—Uriel obligó a papá a buscarte. No sabemos qué es lo que quiere—. Abrí los ojos y la miré, el frio metiéndoseme dentro de los huesos.

— ¿Uriel? ¿Ese tipo con el que anda Damián es Uriel Montenegro?

— ¿En realidad piensas que papá te hubiera hecho todo lo que te hizo por gusto? Estaba siguiendo órdenes.

—Eso solo lo hace peor. Un hombre que es capaz de lastimar a su propia hija por la orden de un psicópata no vale nada.

—Él estaba intentando mantener la manada a salvo. Tú estarías de acuerdo. El fin justifica los medios. Me dijiste eso una vez, ¿lo recuerdas?

Tuve que tragar para no brincarle encima. Estaba utilizando mis palabras contra mí. Tenía razón, era una de mis filosofías, pero ahora que estaba del otro lado de la balanza estaba teniendo un cambio de corazón.

—Tengo que irme, Maddie—dijo—. Hay una reunión y tengo que estar presente—. Me miró con un sentimiento que odiaba: lastima—. Deberías comer, la comida la prepare yo misma así que no tienes de que preocuparte—. Dejé salir una risa amarga y ella suspiró—. Vendré luego. No hagas nada estúpido.

—Frannie...—Cerró las barras y frunció los labios mientras me miraba. Bajó su mano y la deslizó por sus botas, sacando una cuchilla. La tomé sin pensar dos veces.

—Te lo repito: no hagas nada estúpido, pero tampoco te dejes lastimar.

No supe que decirle. Cerré los ojos y cuando los volví a abrir ella había desaparecido. Me mordí el labio para no llorar.

"¿Madeline? ¿Mega lupus?"

Nada. Silencio sepulcral. Estaba sola, completamente sola. Sentía un vacío dentro de mi pecho que parecía estar comiéndome. Tragué y caminé hasta sentarme en la cama. Subí mis piernas y las abracé. Rowran. Seguramente todos estaban pensando que me había escapado por haber asesinado a Cianna. Nadie me iba a estar buscando. Todos cuestionarían a Row, todos lo acusarían de haberme ayudado a escapar. Mierda.

Alges: La GuerreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora