Capítulo Siete

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     Estaba haciendo mis pull-ups por primera vez en una semana. Me había decidido a tomar catorce días lejos del ejercicio porque pensaba que me lo merecía por los años en los que me había matado con la disciplina, pero no podía aguantar. El ejercicio se había convertido en mi forma de liberar las presiones y en estos momentos tenía más que las que había tenido en mi vida entera.

— ¿Y no te ha hablado?—Dijo Cianna. El teléfono estaba en alta voz en el suelo.

—Claro que me ha hablado, soy yo la que no quiere dirigirle la palabra—le dije entre respiros.

— ¿Eso no es hacer trampa en la apuesta?

—Técnicamente sí, pero no lo ha mencionado.

— ¿Y no has vuelto a ver a la Barbie?

—Ha venido varias veces en los últimos días a disculparse, pero no le he hablado. Tengo miedo de arrancarle la cabeza por haber sido la que le sugirió a Row que saliera con Edeline.

—Eso es a lo que yo le llamo un buen comienzo—dijo riéndose. Sonreí y me deje caer, acostándome en el suelo al lado del teléfono.

— ¿Qué hay de ti y  Keiro?

—Oh, mi Maddie…

— ¿Qué significa eso?

—Sus padres quieren que salga con diferentes chicas ya que piensan que su alge está muerta.

—Ja. ¿Qué le pasa a la gente, matándonos sin conocernos? Insensibles. ¿Qué ha hecho él al respecto?

—Ha salido con varias—. Quede sentada al instante, mirando al teléfono con los ojos entrecerrados.

— ¿Ha salido con varias?—Dije lentamente.

—No es nada serio, solo lo hace para distraerlos, no es que en realidad este buscando una nueva alge—se rio y mi pecho comenzó a apretarse. Esto no me gustaba, no me gustaba nada nadita nada.

—Eh, um. ¿Cuándo es su fiesta de cumpleaños? Creo que concuerda con mi semana libre—dije.

—El veintinueve. ¿Sabes? Me dijo que es posible que anunciemos nuestro lazo ese día.

— ¿De verdad? ¿No se lo van a decir a sus padres primero?

—No. Quiere que sea un gran anuncio—dijo, la emoción clara en su voz. Mi pecho se apretó una vez más. No, no, aquí había algo mal.

—Debe serlo…—dije tomando un respiro. Esto tenía que ser envidia, no había otra explicación. De hecho, no quería buscar otra explicación. En el momento en que menciono otras chicas miles de teorías comenzaron a jugar conmigo, no iba a dejar que me dominaran como antes. No iba a estropearle su buen humor con mis ideas.

— ¿Maddie?

— ¿Sí?

— ¿Puedes hacer todo lo posible para que puedas estar conmigo ese día?—Dijo en voz baja—. Eres mi única familia y es muy importante que estés conmigo en ese momento.

—Lo sé, lo intentaré. Tengo que…

— ¡Hill!—Dijo una voz desde el pasillo.

— ¡Ya voy!—Dije—. Cia, me tengo que ir. Tan pronto sepa cuando me toca mi semana libre te aviso.

—Okay, bye. Te amo.

—Yo también te amo, hasta luego.

— ¿Quién era? ¿Tu novia?—Dijo O’Reilly desde la puerta.

Alges: La GuerreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora