2.

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–¡Sí, me asignaron al hospital que yo quería!– Sammy saltó inmediatamente sobre su mejor amigo, Ohm la levantó en brazos y no pudo evitar reír ante la emoción de la chica –solamente los mejores daremos nuestras prácticas ahí. Me siento tan feliz.

Ohm dejó en el suelo a su amiga y la rodeó con su brazo para dirigirse hasta donde se encontraba su motocicleta. Ambos subieron y el moreno condujo hasta su condominio. Ambos vivían en el mismo edificio pero en diferentes secciones porque la señora Country, dueña de los pequeños departamentos, prefería mantener a las mujeres separadas de los hombres.

–No necesitas acompañarme hasta la gran muralla china– dijo la muchacha, mientras entraban al edificio. El más alto comenzó a reír por el apodo que le pusieron a los letreros que indicaban el límite entre los cuartos de chicas y de los chicos –Ve a tu cuarto a hacer tu tarea por si más tarde tienes que trabajar.

Ohm asintió y se dirigió hasta su pequeño departamento. Decidió tomar una ducha antes de comenzar con los excesivos deberes que el final de semestre ocasionaba. Salió del baño y mientras comenzaba a vestirse, empezó a reflexionar sobre lo que haría una vez que terminara la Universidad dentro de unos meses.

Sabía que para alguien que había estudiado arquitectura era bastante fácil encontrar un trabajo y con un buen pago si se era lo suficientemente bueno (y él era bastante bueno), entonces ¿continuaría haciendo su "otro trabajo" cuando al fin ejerciera su carrera?

Era un tema que realmente lo frustraba porque a pesar de no ser feliz haciéndolo, era algo a lo que se había acostumbrado. Dejó salir un enorme suspiro y se sentó frente a su escritorio para comenzar a organizarse y tratar de pensar en sus tareas en lugar de su futuro.

Pasaron algunas horas hasta que Ohm notó que el cielo se había oscurecido. Salió al pequeño balcón de su habitación y pudo notar que algunos relámpagos se asomaban a lo lejos, también sintió que el viento estaba helado.

–Seguramente lloverá en un rato– dijo para sí mismo. Volvió a entrar y cerró las ventanas para no congelarse. Revisó su pequeño teléfono desechable y notó que no tenía llamadas para atender. Ya había pasado dos semanas sin que alguien lo contactara, tal vez ya se habían agotado las mujeres con frustraciones sexuales, en especial por su importante regla de "nunca repetir con la misma persona".

Tal vez acostarse una única vez, era lo que lo mantenía fuera de problemas y, mejor aún, fuera de cualquier terrible sentimiento. Sabía que dormir con alguien por segunda vez podía generar ideas erróneas en las cabecitas ajenas. Y sobre todo, él mismo tenía un terrible miedo a experimentar gusto o, peor aún, amor hacia alguien más.

El frío comenzó a colarse dentro de la habitación, lo que obligó al chico pelinegro a ponerse una sudadera gris encima de su camiseta sin mangas. Se recostó en su cama y comenzó a imaginar cómo sería su vida si alguna vez se llegara a enamorar. Seguramente muy miserable. Y con aquellos pensamientos, se quedó dormido.














–El número, él número ¡EL NÚMERO!– Earth tomó nuevamente el pequeño pedazo de cartón que contenía la información que su amigo le solicitaba–aquí está ¿Qué te hizo cambiar de opinión? Creí que era algo muy denigrante.

Un sonriente Earth repitió las mismas palabras que él mismo había dicho hace un momento, para burlarse de él. El joven Natouch, con cara de pocos amigos, le arrebató el número telefónico y comenzó a mirarlo. Ahí fue donde la duda atacó de nuevo. Tomó una respiración profunda y se frotó la cabeza en señal de desesperación y confusión.

–Yo enserio amo a Bosston, tú lo conoces Earth, es el hombre más maravilloso del mundo. Sólo que también tengo necesidades– miró de reojo a su amigo, Earth lo miraba con una ceja alzada– necesidades que no se satisfacen con un beso en la mejilla.

¿Disponible?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora