1.

1.9K 196 10
                                    

Ohm salió del interior de la mujer debajo de él, se levantó de la cama, recogió sus ropas que estaban esparcidas en el suelo de la habitación y se dirigió al cuarto de baño. En cuanto terminó de vestirse salió y vio que la mujer seguía acostada en la cama y que ya se había descubierto los ojos. Le dirigió una mirada que no revelaba sentimiento alguno antes de hablar.

–La habitación ya está pagada, puedes quedarte durante el tiempo que necesites. Gracias y hasta nunca.

El moreno salió de la habitación y bajó las escaleras. Llegó hasta el la recepción del hotel en el que se encontraba y pudo ver a Sammy detrás del mostrador, se dirigió hasta ella y le regaló una sonrisa cansada pero sincera.

–Realmente solo follas, te vistes y te vas. Jamás te has quedado más tiempo con alguna clienta– la joven sonrió mientras se burlaba de su amigo.

–No me jodas Sam, no creas que me gusta hacer esto- Ohm se quitó los lentes oscuros que llevaba puestos y miró directamente a su amiga, notó algo de preocupación en su rostro mientras su mirada se enfocaba en algo detrás de él – ¿qué pasa?

La chica lo miró aún con preocupación y le hizo señas para que se uniera a ella detrás del mostrador de la recepción. El pelinegro obedeció inmediatamente, una vez que estuvo junto a su amiga, se sentó en el suelo a esperar que Sammy le contara lo que estaba ocurriendo. Tocó el pie de la chica y ésta lo pateó antes de que el joven comenzara a escuchar voces.

–Disculpa ¿viste a un joven de camisa negra y lentes oscuros por aquí? – la mujer se miraba un poco desarreglada todavía, Sammy supuso que se había apresurado a vestirse para luego correr en busca de su amigo. La chica no entendía cómo es que la mayoría de las mujeres que tenían sexo con Ohm corrían detrás de él cuando desaparecía, ¡por Dios! Su amigo ni siquiera era tan guapo, al menos no para ella.

–Creo que lo vi salir hace unos minutos, ya debe haberse ido. Disculpe– la mujer rubia miró a la recepcionista con reproche al no haber obtenido una respuesta de su agrado, arrojó la tarjeta de la habitación sobre el mostrador, se dio la vuelta y se dirigió a la salida.

La muchacha suspiró aliviada y entrecerró los ojos en cuanto miró a su amigo, éste solo le sonrió a modo de disculpa antes de ponerse de pie. Abrazó a la chica y comenzó a repartir besos por toda su cara y su cabeza, Sam intentó apartarlo pero la fuerza del joven era mayor que la suya.

–Suéltame ¡qué asco! Aún apestas al perfume de esa mujer– Ohm no pudo evitar soltar una carcajada antes de soltar a su amiga.

–Bien, te dejo, regresa a casa con cuidado. Si consigo trabajo mañana, pues nos veremos aquí mañana– El pelinegro volvió a reír mientras la joven recepcionista negaba con la cabeza.

Ohm había estado cerca de Sam desde que casi la atropella con su moto durante el primer día de clases en la universidad.

La joven iba un poco distraída porque no había conseguido el trabajo que necesitaba para poder pagar un departamento propio y dejar de soportar los maltratos emocionales y físicos que sus tíos le proporcionaban. Cuando volvió a la realidad, una motocicleta bastante desgastada estaba a centímetros de ella, el conductor frenó y trató de esquivarla. Todo sucedió muy rápido, cuando se dieron cuenta ella estaba en el suelo con un terrible dolor en su trasero y algunos raspones en su brazo. Al conductor de la moto no le fue mejor, perdió el control y cayó de la moto.

Ambos se miraron con reproche mientras inspeccionaban sus heridas. El muchacho se levantó de pronto para llegar hasta su vieja moto y examinar que aún servía.

–Deberías fijarte al cruzar la calle. Mi moto podría estar arruinada por tu culpa

–También deberías conducir con menor velocidad, pudiste matarme– la chica le mostro su brazo sangrando. El joven de cabello negro la miró con irritación mientras le mostraba también sus propias heridas. –Lo siento, vamos a la enfermería.

¿Disponible?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora