A la mañana siguiente, cuando Joaquín abrió la puerta de su casa para salir rumbo a la escuela, se encontró con no uno, si no dos autos estacionándose frente a la acera, la camioneta de Emilio y el auto de Andrés, ninguno de ellos se había molestado en preguntarle si necesitaba que lo llevaran a la escuela, en realidad, se suponía que su padre lo haría, pero ahora ambos se habían bajado para mirarlo con una clara esperanza de que subiera con alguno de ellos.
―Tenemos tiempo, creo que podremos pasar a comprar algo para desayunar de camino... ―su padre se quedó callado al observar al par de adolescentes con ceños fruncidos frente a la casa, estaba seguro de que Joaquín le había pedido llevarlo durante la cena. ―Creí que querías que te llevará.
―No sé que hacen aquí. ―musitó el malhumorado omega, no había tenido una buena noche, después de que Emilio se fue esa sensación angustiante regresó y estuvo dando vueltas durante horas antes de poder quedarse dormido, sin mencionar que la cena le había revuelto el estomago y terminó vomitando al amanecer, lo último que quería era lidiar con los celos de Emilio o las preguntas de Andrés. ―Les diré que...
―Emilio, no volví a verte desde la parrillada. ―exclamó su padre saludando al rizado como si tuviera años sin verle, ganándose una mirada incrédula del castaño, Emilio sonrió apresurándose a su encuentro sabiendo perfectamente que tenía las de ganar con la familia Bondoni, más de una vez antes tuvo que llevar a Joaquín porque el castaño era realmente malo conduciendo.
―Ya tengo todo, creo que podemos desayunar en... oh, Emilio ¿qué haces aquí? ―tan pronto Elizabeth salió de la casa sus ojos brillaron al ver al rizado logrando que Joaquín pusiera los ojos en blanco, su familia estaba ciegamente enamorada de él y Emilio no dudaría en tomar ventaja de eso.
―Eli, le decía a Uberto que ayer le ofrecí a Joaquín llevarlo a la escuela toda la semana. ―Andrés que escuchaba la conversación desde su auto miró al castaño confundido, si bien no hablaron antes de ir juntos todos los días a clases, pensó que había quedado implícito, después de todo, estaban saliendo.
Joaquín por su parte pensó en lo bien que se le daba inventar mentiras al rizado, en ningún momento de la tarde se le ocurrió preguntarle tal cosa, si lo hubiera hecho habría estado preparado para verlo ahí, ahora sus padres le veían como el chico más amable de la tierra y seguramente lo tendría aquí lo que le restaba del semestre.
―Creo que Joaquín lo olvido, no lo culpes, estuvo enfermo toda la noche. ―musitó su madre mirándole de reojo. Apenas esas palabras salieron de Elizabeth, Emilio tuvo que contenerse para no ir directamente al castaño para asegurarse de que estuviera en perfecto estado, aun así, se detuvo a mirarlo fijamente deteniéndose en las marcas moradas debajo de sus bonitos ojos y casi pudo jurar que estaba más pálido de la normal.
― ¿Estás mejor? ―murmuró intentando que su voz no sonara tan llena de preocupación como se sentía, el castaño asintió mirando de reojo a Andrés que seguía observándolo verdadera confundido. ― ¿Le pediste que viniera a buscarte? ―Joaquín volvió la mirada al rizado que mantenía el mismo tono de voz aun cuando podía ver lo tensó que estaba su cuerpo, alterando a su omega que amenazaba con sollozar hasta atraerlo a su lado para calmarlo, se preguntó entonces, sí era así como lo hacía sentir él cuando estaba de enojado.
―Oh, claro, Andrés, cariño ¿Joaquín te llamo anoche? ―la voz de la madre de Joaquín interrumpió al castaño que intentaba armar una respuesta para todas las personas frente a él. La señora Bondoni hizo la pregunta con verdadera curiosidad, pues cuando su hijo tomaba medicamentos solía hacer cosas que luego no recordaba, desde que era un niño solía hacerlo.
Pero claro, Andrés no sabía eso y no pudo evitar sentir que era una forma sutil de pedirle que se fuera, lo cierto era que Elizabeth no tenía la mejor imagen del chico que había estado pretendiendo a Joaquín los últimos meses, no lo consideraba un mal chico, parecía amable y su hijo repetía que lo trataba bien, pero no podía evitar sentir que, en el fondo, Joaquín no quería estar con él y aquello la ponía incomoda con toda la relación.
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Champagne Problems
FanfictionPeleamos como perros y gatos, gritamos hasta quedarnos afónicos, ponernos juntos es como un encender un fósforo en una gasolinera. Y aun así me volvía loco de celos cada que Andrés tomaba su mano. Quizás Joaquín tenía razón y solo estaba confundido...