Secretos revelados

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Las semanas pasaron lentamente mientras su relación daba pequeños pasos día con día, establecieron rutinas de las que solo ellos formaban parte, pasaban las tardes en casa del castaño teniendo lo más cercano a una cita comiendo pizza en su habitación, practicando para el maratón en su jardín o durmiendo en la pequeña cama con Emma envuelta en una manta azul que Joaquín se negaba a quitarle cuando hacía frío.

Podían fingir que su relación era normal dentro de esas paredes, pero el castaño sentía la necesidad de Emilio volverse más grande mientras el tiempo corría, cada día quería algo más, abrumándolo hasta necesitar dormir durante fines de semana entero con el peso de sus emociones, el rizado nunca decía nada, sabía que estaba intentando ser empático con él, pero cada que mantenía se forzaba a ocultar sus deseos, la carga se volvía más pesada, su omega estaba empezando a desvariar más a menudo y quería darle más cada minuto que pasaba, pero seguía sin estar listo.

Cada mañana al salir de su habitación pensaba en la reacción de sus padres, en las preguntas de como habían iniciado lo que sea que tenían, las miradas iguales a las del pasado, esas que terminaron por alejarlos cuando eran solo niños. Nada había cambiado desde entonces, Emilio seguía siendo un chico encantador que podía volverse el mejor amigo de cualquiera con cinco minutos de conversación y él seguía sin ser capaz de crear un lazo con alguien nuevo. Las personas volverían a cuestionar su relación, los murmullos sobre como el rizado tenía demasiado que ofrecer para terminar con alguien como él, las miradas juiciosas y finalmente él también se daría cuenta que no funcionaban.

Y cada tarde mientras dormía en su pecho tenía más miedo de dejar que alguien más supiera de su secreto, porque mientras fueran solo ellos dos, podía mantenerlo a su lado, podían hablar, reírse, pretender que los años no habían pasado y el día que todo saliera a la luz no podría mantener esa seguridad. En especial ahora que Emilio había hecho de todo para hacerlo sentir cosas que todavía no sabía nombrar.

―El sábado tengo un partido. ―susurró el rizado jugando con sus dedos mientras observaban el atardecer, era lo más que había logrado tener fuera de la casa, habían conducido por casi una hora hasta un lugar alejado del pueblo hasta un lugar con una vista preciosa del final del día. El castaño llevaba a Emma en el portabebés que Elizabeth les prestó hacía semanas y Emilio le tenía a él recostado en su hombro, le hacía feliz sentirlo relajado a su alrededor. Joaquín asintió en señal de que lo sabía, los días de juegos en la escuela él se quedaba con Emma en casa. ―Estaba pensando en ir a la ciudad juntos.

―No necesitamos más cosas para Emma, tú y mi madre tienen un traje para cada día de la semana y ya me siento raro cambiándola a diario cuando claramente no ha ensuciado nada. ―Emilio sonrió de lado y negó rápidamente, no era la primera vez que le advertía sobre las compras para la cachorra de juguete.

―Me refiero a tú y yo, como en una cita. ―el cuerpo de Joaquín se tensó y levantó la cabeza para poder mirarlo a los ojos, desde su primera pelea semanas atrás, temía darle respuestas que sabía lo lastimarían, porque no soportaba que le hiciera a un lado, pero creía que habían llegado a un acuerdo con lo de las citas. Emilio al darse cuenta del miedo que pasaba por sus ojos decidió explicarlo mejor. ―Nadie tiene que enterarse, le pediré a Ale que cuide a Emma con alguna excusa y nos veremos lejos de casa para que nadie nos vea irnos juntos. En la ciudad no hay personas que puedan reconocernos y podremos tener una cita normal.

― ¿De verdad quieres una cita? ―murmuró el castaño, nervioso con todos los posibles escenarios en los que su plan podía salir mal, pero el rizado asintió y decidió que Emilio se merecía eso, en realidad se merecía mucho más, pero por ahora era lo único que podía darle.

―Nos iremos el sábado en la noche, después del partido y pasaremos todo el domingo en la ciudad, podremos salir de la mano, pasear por ahí y quizás ir a un bonito restaurante. ―Joaquín le observó mientras describía el día con ilusión, era una de las cosas lindas que tenía Emilio, todo era una aventura. ―Ha pasado más de un mes desde que nos unimos. ―sabía lo que quería decir con eso, quería saber si algo había cambiado, si ahora estaban seguros de que podía funcionar, pero él no tenía la respuesta aún.

Champagne ProblemsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora