Los meses habían pasado más rápido de lo que parecían, pronto los exámenes finales terminaron, las primeras cartas a la Universidad fueron enviadas y el inicio del verano estaba a la vuelta de la esquina para el par de adolescentes que habían estado anhelando el viaje familiar por primera vez en mucho tiempo.
Las maletas estaban hechas en casa del castaño, sus padres le había explicado que saldrían rumbo al aeropuerto apenas terminara el último día de clases y aun cuando había ansiado esos días alejado junto a Emilio, ahora que tenía que entregar a Emma no podía ni pensar en el final del día.
La maestra apenas le había permitido conservarla los últimos quince días, cuando el resto de sus compañeros habían entregado sus muñecos y recibido una calificación a inicios del mes, había esperado que Emilio se sintiera igual que él, pero aparte de sentir ansiedad por su culpa, estaba bastante bien con entregar a Emma, lo cual odiaba un poco, después de todo, era culpa del molesto alfa que se hubiera apegado tanto a Emma.
Dos toques en la puerta le hicieron mirar por encima del hombro topándose con la media sonrisa del rizado, ya era normal ir juntos a la escuela, casi siempre salía a su encuentro en la calle, pero en ese instante estaba intentando alargar lo más posible la mañana.
―Podemos decir que la perdimos en el centro ayer por la tarde. ―murmuró el alfa que sabía perfectamente lo mucho que le estaba costando al castaño entregar a la cachorra de juguete. Joaquín sonrió apenas y negó lentamente pegando la muñeca a su pecho.
―Si mis padres tiene que pagar lo que cuesta Emma, van a castigarme el resto del verano. ―el rizado suspiró acercándose para tomarlo en sus brazos cuidadosamente, pegando su espalda a su pecho, ambos sabían que los padres de Joaquín pagarían la muñeca sin dudarlo, si el castaño se los pedía seriamente, pero su terco omega no iba a aceptar que quería quedarse a Emma nunca. ―Solo tengo que entregarla y obligarme a no pensar en ella el resto del verano. ―musitó recargándose en el pecho del rizado con un nudo formándose en su vientre.
―Te mantendré ocupado, lo prometo. ―sonrió sin gracia mientras Emilio dejaba un beso en su mejilla tiernamente.
El resto del día Emilio mantuvo a su lado al castaño tanto como les era posible dentro de la escuela, podía sentir la tensión en su cuerpo y la tristeza que le provocaba entregar la cachorra incrementaba mientras las horas pasaban. Al final del día, no importaba cuando intentara calmarlo con su aroma, apenas salieron de la clase sin la cachorra, Joaquín se hundió en su pecho luchando por no romper en llanto.
―No es una cachorra real, no es nuestra cachorra. ―murmuró el castaño como una letanía que necesitaba meterse en la cabeza para llegar a la camioneta sin terminar llorando por todo el pasillo, el rizado que había escuchado sus murmullos recorrió su espalda con las puntas de sus dedos, envolviéndolo con su aroma para reconfortarlo.
―En el futuro tendremos nuestros cachorros, todos los que quieras y no tendrás que entregarlos a nadie más. ―exclamó meciéndolo dulcemente frente a su casillero ahora vacío por el final de semestre, el omega de Joaquín que había estado cabizbajo todo el día, levantó la cola apenas Emilio terminó de hablar y el castaño bufó casi molesto con ello, no podía tener cachorros ahora, solo iba a alterarlo y su celo llegaría en algún momento de las vacaciones, no quería que lo ilusionara con algo así.
―No. ―masculló separándose de su pecho y agitando su cabeza apenas su omega empezó a imaginar pequeños cachorros con los rizos de Emilio. ―No digas eso. ―repitió mirándolo a los ojos con el ceño fruncido, tensando el cuerpo del rizado que no esperaba esa respuesta.
Joaquín se alejó comenzando a caminar rumbo a la camioneta con el nudo en su pecho por dejar a Emma amenazando con romperlo en cualquier momento, los repentinos anhelos de su omega con media docena de cachorros con su alfa creando un revoltijo en su vientre y un sentimiento extraño proveniente de su alfa que seguía sin poder controlar sus continuos cambios de temperamento que lo ponían nervioso.
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Champagne Problems
FanfictionPeleamos como perros y gatos, gritamos hasta quedarnos afónicos, ponernos juntos es como un encender un fósforo en una gasolinera. Y aun así me volvía loco de celos cada que Andrés tomaba su mano. Quizás Joaquín tenía razón y solo estaba confundido...