Estamos unidos

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Emilio entrelazo sus dedos con los de Joaquín, dedicándole una larga mirada que comprendía el paso enorme que estaban a punto de dar, entrar a la escuela tomados de la mano iba a llamar la atención más de lo que sus gritos solían hacerlo y sabía cuanto le había costado al castaño llegar ahí, así que quería asegurarse de que de verdad estuviera listo.

―Solo hazlo. ―murmuró el castaño mirando fijamente la puerta, Emilio sonrió a medias al escuchar su tono arisco de vuelta y asintió abriendo las puertas para entrar, era el cambio de clase así que había las suficientes personas para que al menos un par los mirara de reojo. ―Es hora del almuerzo. ―añadió obligándose a no pensar demás en las miradas curiosas y hacer oídos sordos a los murmullos.

El rizado asintió atrayéndole por el pasillo sin pensarlo, había imaginado cientos de veces esa escena, el día que finalmente Joaquín quisiera sostener su mano, para la mayoría de las personas era una tontería, después de todo eran las cosas que hacías de inmediato cuando entrabas en una relación y ellos tenían bastante tiempo en una, pero para Emilio significaba demasiado tener a su mejor amigo de vuelta, ahora con un sentimiento más fuerte entre ellos que estaba seguro duraría el resto de sus días.

Apenas entraron a la cafetería un par de rostros se giraron hasta caer en sus manos unidas, incluida Alejandra que no pudo evitar sonreír al notar la sonrisa que brillaba en su amigo, lo había visto enamorarse hacía más de un año, vivió cada proceso de ese amor silencioso desde el principio, desde la sonrisa coqueta que le dedicaba al castaño cada que peleaban, hasta el corazón roto después de esa fiesta donde lo vio con Andrés, pero ahora su amor ya no era un silenciado secreto, sino una brillante realidad.

Joaquín suspiró pesadamente tres veces antes de cerrar un poco más su agarré en la mano del rizado, le amaba, no importaba lo que esas personas pensaran, Emilio le amaba y no iba a dejarlo de nuevo.

―Tranquilo. ―susurró el alfa acercándolo aún más a su lado antes de guiarlo entre las mesas hasta la suya, Ale les dedicó una sonrisa sincera y Nikolas los miró de uno a otro hasta comprender lo que pasaba y una sonrisa enorme se instaló en su rostro.

―Mi familia disfuncional favorita. ―exclamó levantando las cejas rápidamente, Ale al notar el cuerpo tenso del castaño le dio un ligero golpe en la pierna a Niko para que cerrara la boca. Emilio sonrió al ver como Niko la miraba ofendido y atrajo a Joaquín para que sentara a su lado.

― ¿Quieres comer algo? ―musitó el rizado colocando a Emma sentada en mitad de la mesa con su cobija azul envolviéndola cuidadosamente, el castaño negó sin llegar a abrir la boca y Emilio se inclinó besando su frente. ―Voy a comprar algo para mí, no lo pienses demasiado ¿sí? ―el omega asintió antes de soltarlo para que pudiera ir hasta la fila del almuerzo, para cuando regresó la mirada a la mesa se topo con dos caras sonrientes frente a él.

―No sé que paso entre ustedes, pero me prometí que el día en que aceptaran la tensión sexual que tenían te contaría con exceso de detalles como Emilio se enamoro de ti y nos hacía ir a cada lugar en el que sabía estarías. ―comenzó Niko inclinándose sobre la mesa con la intención de iniciar una larga conversación mientras Alejandra negaba divertida, Emilio nunca había aceptado frente al resto de sus amigos los sentimientos que tenía por Joaquín, pero tampoco era muy discreto con ello.

Y Nikolas no había tardado en descifrar lo que pasaba, las miradas y suspiros no pasaban desapercibidos, pero sin duda lo último que necesito para confirmar su teoría fue cuando los hizo ir a todos a la prueba para porristas del castaño, sin mencionar la forma en que terminó por acercarse a Seidy con la única intención de convencerla de que Joaquín era bueno y debía estar en el equipo.

Pero antes de que Niko pudiera hablarle de su versión de la historia, un escandalo se abrió paso entre las mesas a unos metros de ellos, haciendo que todos se giraran de golpe buscando el estallido, entre charolas tiradas y rostros sorprendidos, Andrés yacía en el piso mientras Emilio le golpeaba sin remordimiento alguno.

Champagne ProblemsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora