Padres

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Llevaban media hora en el sótano de la casa buscando la ropa para bebé que Joaquín juraba su madre había guardado, Emilio había sentado a Emma a su lado mientras removían el interior de un viejo baúl con la inicial del castaño en la parte delantera.

―Conociendo a Eli, seguramente donó la ropa hace años. ―murmuró tomando una sonaja y colocándola en las piernas de la cachorra de juguete como si quisiera entretenerla.

―Lo hizo, pero guardo un par de cosas aquí. ―respondió el omega cansado de buscar, quería subir a su cuarto y descansar, aunque en ese punto de la tarde hasta aceptaría armar un nido para la muñeca de Emilio con tal no seguir en el sótano.

Finamente después de una hora más entre polvo y cajas, dieron con un segundo baúl donde un par de diminutos trajes estaban perfectamente doblados junto a sabanas y mantitas blancas.

―Este era el favorito de mi mamá. ―exclamó el castaño tomando un mameluco con un osito al frente. ―Seguro le queda. ―añadió con una sonrisa mostrándoselo al rizado, Emilio le miró enternecido y sin poder controlarlo se inclinó para robarle un casto beso sorprendiendo al castaño en el proceso, Joaquín le miró descolocado por un instante, de verdad debía aprender a recibir esa clase de muestras afectivas por parte del rizado, porque si actuaba de esa manera una vez que todo el mundo se enterara, sería más difícil que dejaran de verlos. ―No sé cómo haces esto tan sencillo.

― ¿Qué? ―murmuro el alfa quitándole el vestido morado a Emma para poder cambiarla, mientras Joaquín elegía una camiseta para ponerla debajo del mameluco.

―Lo nuestro, actúas como si lleváramos años juntos y se te diera naturalmente estar a mi alrededor. ―susurró pasándole la ropa y quitándole el molesto vestido de las manos, se suponía que Emma era una recién nacida ¿quién demonios pensaría en ponerle un vestido en pleno invierno?

Emilio por su parte pensó en las charlas con Alejandra que se centraban únicamente en el castaño y quiso hablarle de ello, contarle de las tardes enteras que se pasó describiendo su singular personalidad, las peleas que buscaba tan solo para poder interactuar con él, los celos que le invadieron sin previo aviso cuando apareció del brazo de Andrés, había una lista muy larga de los porqués que le llevaban a actuar de esa manera, pero supuso que no era el mejor momento para hablarle de ello, Joaquín estaba esforzándose para mantenerse en calma y si le ponía todas sus emociones encima, lo haría sentir abrumado.

―Me gusta estar contigo, tu omega me relaja. ―musitó resumiendo todos sus pensamientos en algo que no fuera a generarle más miedos al castaño.

―Es una ironía que mi omega te calme y a mí me vuelva loco cuando estás cerca. ―susurró el castaño con una sonrisa sin gracia, entregándole el mameluco para que terminara de vestir a la muñeca.

―Entonces ¿si te hace sentir incomodo que estemos juntos? ―murmuró Emilio deteniendo sus movimientos para poder mirarle de nuevo, Joaquín levantó la mirada hasta sus ojos y temió haberlo herido de nuevo.

―No te enojes de nuevo. ―el ruego del omega salió tan sincero que Emilio quiso envolverle en sus brazos para prometerle un millón de cosas, pero se limitó a llevar sus dedos a las mejillas del castaño, tenían que aprender a comunicarse y pronto. ―No me pone incomodo estar contigo, que me vuelva loco no quiere decir que sea de mala forma.

― ¿Es en buena forma? ―Joaquín movió la cabeza de un lado a otro y se estiró para tomar a Emma de los brazos de Emilio, necesitaba mantenerse ocupado cuando estaban tan cerca, porque su omega podía decidir de la nada que quería ser mimado por su alfa en cualquier momento o peor aún, buscar su calor de forma más íntima que dormir en su cama.

Champagne ProblemsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora