Sus labios eran suaves, su lengua jugueteaba con la suya haciéndolo jadear debajo de su cuerpo, Emilio no estaba jugando limpiamente, apenas rompió su autocontrol lo llevó hasta la cama metiendo su enorme cuerpo entre sus piernas sin preguntar, robándole el aliento con cada fingida estocada sobre la ropa, silenciando todas las razones por las cuales esto no debería estar pasando.
―Tenemos que regresar. ―murmuró cuando los labios del alfa bajaron por su cuello, tendría que inventar una excusa para tener ese aroma a cocoa de nuevo impregnado. ―Emilio, de verdad tenemos que regresar. ―musitó mordiéndose el labio mientras el alfa le tomaba por las caderas con fuerza, dejando que su aroma se volviera más pesado en la habitación, emborrachándolo con sus fuertes feromonas. ―Deja de hacerlo.
―Si Andrés te toca de nuevo le diré a todos de la marca, bebé. ―suspiró aferrándose a sus hombros intentando que su omega no sollozara de nuevo rogando por el toque del posesivo y estúpido alfa que de pronto quería marcar territorio a toda costa. ―Podemos volver, guardaré silencio hasta que estés listo para aceptar que estamos juntos ahora, pero él no puede tocarte.
―Cariño, puedo hacer que Andrés mantenga su distancia mientras estás aquí, pero tus estúpidas reglas se van al mismo tiempo que tú lo hagas, así que deja de intentar marcarme como si estuviéramos juntos. ―exclamó enviando a su omega al fondo de su cabeza, no iba a dejar que Emilio lo controlara con su bendita fragancia. ―Esto es algo temporal, no estaré en celo eternamente y no vas a poder estarme envolviendo todo el tiempo.
―Es lo bueno de la marca, sé que no vas a aceptar a ningún otro alfa, incluso cuando tu celo terminé, seguiré siendo el único al que dejarás hacer esto. ―empujó sus caderas juntas sacándole un gemido forzado que Joaquín odio.
―Eres un idiota.
―Tú me elegiste, Joaquín, tenías a Andrés a tu lado, una habitación libre en el quinto piso y tus padres ni siquiera se habrían dado cuenta que no estabas, pero aún así fuiste detrás de mí. ―se jacto con una sonrisa de suficiencia mientras la mirada del castaño lo quemaba a la par que su ceño se fruncía cada vez más.
―No fui detrás de ti, quería irme a la cama y tú estabas en el maldito ascensor. ―no iba a aceptar nunca lo que paso esa noche, mucho menos frente a Emilio que ya tenía el ego en las nubes. ―Debo regresar abajo.
―Podemos seguir peleando el tiempo que quieras, de todas maneras, me encanta como te pones cuando estás enojado. ―exclamó irguiéndose hasta salir del agarré del castaño, Joaquín era la persona más obstinada y terca que hubiera conocido alguna vez, sabía que intentar controlarlo lo haría rabiar, pero en el fondo siempre tuvo un encanto ser la única persona capaz de hacerlo enojar con tal intensidad.
Nikolas llamó a sus peleas un deseo incapaz de satisfacer, en aquel entonces tenían quince años y fue lo que necesito para terminar de obsesionarse con el castaño, desde entonces encontró nuevas formas de hacer que su mirada se volviera cada vez más fuerte y que la llama incandescente creciera hasta quemarlos finalmente. Nunca tuvo sentimientos tan indescifrables por otras personas, no había otro omega que le hiciera desear tanto su atención, pero Joaquín siempre era diferente.
Volvieron a la parrillada como si nada hubiera ocurrido, Joaquín le dijo a Andrés que los padres de Emilio lo habían obligado a disculparse por la "pelea" que tuvieron la noche anterior, mientras Emilio no sintió la necesidad de tener que explicarle nada a la rubia que había decidido colgarse de su brazo, apenas si la conocía y estaba más interesado en vigilar al castaño desde la lejanía que responder las preguntas de la rubia.
La velada se desarrollo como era habitual, todos alabaron la comida de la señora Bondoni y cuando el sol comenzaba a ocultarse los invitados comenzaron a despedirse, hasta quedar únicamente las dos familias con años de amistad, hablando de las próximas vacaciones de verano, tenían planeado visitar las palayas de Santorini todos juntos, la familia Marcos tenía una pequeña propiedad en el lugar a la que rara vez visitaban, pero tan pronto salió a la conversación todos estuvieron de acuerdo en darle uso en unos meses.
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Champagne Problems
FanfictionPeleamos como perros y gatos, gritamos hasta quedarnos afónicos, ponernos juntos es como un encender un fósforo en una gasolinera. Y aun así me volvía loco de celos cada que Andrés tomaba su mano. Quizás Joaquín tenía razón y solo estaba confundido...