Gran parte de la mañana los adolescentes salieron y entraron de la oficina dando su versión de la historia, confesiones sobre los errores cometidos eran acompañadas por lágrimas de desesperación, las pruebas mostradas a todos eran negadas por el inculpado y los padres de la víctima exigían que la expulsión fuera inmediata.
A mediodía la directora pidió que los jóvenes volvieran a clases a excepción de Andrés, su expulsión era indiscutible, los padres del alfa lo sabían y habían aceptado el acuerdo con la familia Bondoni para no llevarlo a la corte, con la condición de que el pelinegro no podía acercarse a Joaquín, ni a la familia de éste, incluyendo a su alfa.
En el caso de los otros dos adolescentes que Andrés había incluido en lo sucedido y que todos los chicos confirmaban verlos en el lugar o aceptar que todo era un plan entre los tres, serían suspendidos por dos semanas, quedando a prueba lo que les restaba en la escuela, asimismo ambos quedarían fuera de sus respectivos equipos representativos de la escuela por lo que faltaba del ciclo escolar, con la posibilidad de hacer pruebas el siguiente año para reingresar a ellos.
Los padres de Roy aceptaron el castigo sabiendo que era lo mejor que conseguirían y siendo conscientes de que podía haber sido expulsado. Mientras que el tutor legal de Azul discutió un rato más el tema para que la joven omega al menos pudiera mantenerse dentro del equipo de porristas, pero sin conseguir nada.
Emilio rodeo al castaño por la cintura atrayéndolo a su costado para besar su frente antes de abrirse paso rumbo a la cafetería, habían hablado con sus padres la tarde anterior para decidir si Joaquín quería poner cargos, pero el omega negó pensando en el estrés que le provocaría estar en un juicio a mitad del año, cuando lo único que él quería era retomar su vida tranquila. También habían obtenido un regaño familiar por mantener en secreto algo tan serio como lo era una marca, pero el que sus padres amaran ciegamente a Emilio había servido para calmar la situación.
―Alejandra debe tener a Emma en la cafetería. ―murmuró el castaño aún incomodo con las miradas que recibían en los pasillos, de verdad esperaba que la sorpresa de verlos juntos pasara pronto. ― ¿Vas a quedarte a entrenar hoy?
―Sí, el entrenador dijo que, si no me enviaban suspendido por la pelea, debía estar ahí después de clases. ―musitó el rizado ignorando a todas las personas a su alrededor, estaba disfrutando la cercanía que compartían y lo único que le importaba era mantener tranquilo a su nervioso omega, no quería que volviera a desmayarse por el estrés. ―Puedes quedarte, iremos juntos a tu casa después. ―sugirió intentando que su atención se centrara únicamente en él.
― ¿Podemos pasar a tu casa antes? ―el rizado frunció ligeramente el ceño sorprendido por su petición, no creía que hubiera estado en su casa por voluntad propia desde que eran niños, siempre que iba ahí era porque su padres le obligaban a hacerlo e incluso cuando era pequeño solía quejarse de lo fría que le resultaba la casa. El castaño al notar la mirada confusa sobre él, encogió ligeramente la nariz un tanto avergonzado con tener que explicarle lo que quería de ahí. ―Sera rápido.
―Iremos a donde quieras. ―musitó el alfa sin tener al menos una idea de que necesitaba de su casa, pero encantado con la idea de tenerlo en su habitación. Entraron a la cafetería con menos miradas que el día anterior sobre ellos y se acercaron a la mesa donde Alejandra y Nikolas los esperaban, con éste último jugando con la cachorra de juguete entre sus brazos.
― ¿Cómo estuvo? ―preguntó Ale algo inquieta, después de encontrarse con Roy en el pasillo comenzó a sentirse dudosa de si debería hablar con la rubia de vuelta o no, no creía que su amistad tuviera mucho arreglo, pero lo que el alfa le había dicho le había dejado con la sensación de que Azul quizás necesitaba a alguien para hablar.
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Champagne Problems
FanfictionPeleamos como perros y gatos, gritamos hasta quedarnos afónicos, ponernos juntos es como un encender un fósforo en una gasolinera. Y aun así me volvía loco de celos cada que Andrés tomaba su mano. Quizás Joaquín tenía razón y solo estaba confundido...