Champagne Problems

Mío

El camino de vuelta al pueblo se hizo más largo que de costumbre, Seidy no dejaba de mirarlo desde el otro extremo del asiento con el ceño fruncido y sus padres seguían sugiriendo lugares donde parar un rato para pasar el resto del fin de semana, pero él solo podía pensar en la forma en que Andrés rodeo la cintura de Joaquín al salir del hotel esa mañana.

―Todavía apestas a él. ―masculló la chica a su lado con la clara intención de que no escucharan sus padres, entendía que estuviera molesta, después de todo la había invitado a esa estúpida fiesta como su cita y en mitad de la noche se había escabullido con su mortal enemigo en una habitación, pero que lo entendiera no quería decir que le importara. ―No puedo creer que me dejaras plantada para encerrarte con Joaquín.

―Ya te expliqué lo que paso. ―quizás había mentido bastante con sus explicaciones, pero tampoco le pesaba la consciencia, le había dicho múltiples ocasiones a Seidy que no estaba interesado y no recordaba haberle pedido que fueran una pareja, así que mucho estaba haciendo al ofrecerle una disculpa.

―No tenías porque ayudarlo, tenía a Andrés ahí. ―Andrés, si hubiera podido agarrar a Joaquín y colgárselo al hombro para llevarlo con él, lo habría hecho con tal de saber que no estaría un minuto más cerca de ese idiota.

―Él no quería la ayuda de Andrés. ―sentenció con su voz de alfa para que la rizada dejara de hablar, le dolía la cabeza después de haber bebido el resto de la fiesta para controlar el enojo que subía por su cuerpo cada que el castaño le dedicaba una sonrisa al idiota de Vázquez mientras ocultaba su marca con el puto cuello de la camisa.

―Oh, mira, Elizabeth acaba de enviarme un mensaje, dice que van a organizar una parrillada con un par de amigos esta tarde. ―exclamó su madre con una enorme sonrisa, su alfa rápidamente agito la cola ante la idea de ver al castaño y Seidy arrugó la nariz molesta por el cambio en su aroma.

―Por eso debieron irse tan temprano. ―respondió su padre saliendo de la autopista para entrar a la carretera que daba al pueblo.

― ¿Estás muy cansado o quieres ir? Liz dice que será tranquilo, tan solo nosotros y una pareja más. ―musito su madre casi emocionada, su padre se encogió de hombros restándole importancia. ―Emilio ¿vas con nosotros?

―Claro. ―la respuesta salió tan rápido que incluso su madre se sorprendió un poco, las últimas semanas no había estado muy presente en esas parrilladas, los fines de semana los pasaba con sus amigos o entrenando en la cancha, lo cierto era que siempre inventaba alguna escusa para evitar ver de primera mano al castaño con Andrés, desde que sus padres aprobaron su especie de relación, Joaquín lo invitaba a todas partes y ellos estaba encantados con el prospecto, lo que lo obligaba a fingir una sonrisa con ambos.

Seidy bajo del auto con un vago gracias antes de azotar la puerta sin detenerse a mirar al rizado, estaba más que furiosa con él y su obsesión con el estúpido de Bondoni. Emilio ni siquiera se detuvo a prestarle atención a su pataleta, tenía la mente ocupada en el millón de razones que le diría al castaño para convencerlo de que era una locura deshacerse de la marca.

Apenas llegaron a su casa fue directo a su habitación para tomar un baño, ya había tomado uno en el hotel, pero prefería hacerlo de nuevo antes de salir, eligió un conjunto casual acompañado de una chaqueta y mientras terminaba de vestirse recibió un par de mensajes de Roy preguntándole que había pasado con Seidy.

Le había dicho cientos de veces que no estaba interesado en Seidy, pero al igual que la mitad del la escuela, asumían que por ser capitanes del equipo de futbol y las porristas, terminarían juntos, la única que parecía comprender que no había química entre ellos era Alejandra, aunque quizás estaba relacionado con lo mucho que la rizada le desagradaba.