Prólogo.

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Les pido mucho cuidado si deciden leer este fanfic, ya que tocara temas de suicidio y depresión de manera explicita 


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Denki levantó la mirada, había puesto la soga cerca de 4 horas antes, ya era casi media noche, la luz estaba apagada y el cuarto parecía estar en una triste penumbra.

No le había costado mucho tomar la decisión, no después de tantas cosas, no después de tantos momentos en que la situación se había repetido, había luchado por años, pero había perdido la batalla, ya no tenías las fuerzas para luchar, para convencerse de que valía la pena vivir.

Miró la pantalla de su móvil, faltaban 3 minutos para que el día se acabara, faltaban pocos minutos para que cumpleaños acabara, para que el dolor que había sentido a lo largo de todo el día se volviese el cuchillo que firmara su sentencia, el arma que disparara su último aliento, cuando el reloj marcara la media noche, se subiría en la silla, pondría la soga y acabaría con el dolor, acabaría con la soledad y no tendría que sufrir.

Kaminari caminó hasta su escritorio, miró su cuarto orgulloso, había ordenado, su ropa estaba limpia, su cama estaba tendida y había elegido la camisa nueva que su madre había enviado, que era una talla más grande que la propia, pero que no había tenido fuerzas para cambiar.

Tomó las cartas, recorriéndolas con las puntas de los dedos, no había logrado mejorar su caligrafía y mucho menos su ortografía para ese momento, pero había elegido bellos papeles y sobres para cada uno de sus amigos, para sus compañeros, para sus profesores, para su familia y sobre todo, para Shinso.

Llevaban poco siendo novios, Denki estaba agradecido, sabía que Shinso lo había aceptado por pena, por lastima, por no querer golpear a una rata ya herida, ya destruida.

Aun podía recordar la cara de incomodidad del más alto el día que había aceptado tener una cita con él, probablemente ya le habían dicho el tipo de persona que era el rubio, lo torpe y tonto que era, pero una cita era todo lo que quería, sabía que tener una relación con Shinso era imposible, pero sentía que su alma, que su cuerpo, tendría nueva energía después de ese momento.

Extrañaría a Shinso, sus gestos, esas pequeñas morisquetas que se formaban en las comisuras de sus labios, extrañaría lo cálido de sus manos, cuando podía acercar sus manos como si fuese un accidente para justificar el contacto, se preguntaba ¿Shinso podría extrañarlo?

Miró las otras cartas, Bakugo, Kirishima, Sero y Mina, cada uno de ellos tenía su carta, cada uno de ellos tendría sus últimas palabras, tendría esas palabras que nunca se atrevieron a decir, esos abrazos que nunca recibió.

La media noche llegó y una sonrisa triste apareció en el rostro de Kaminari, su cumpleaños había pasado, puso el celular sobre su escritorio, ningún mensaje, ningún cariño, ninguna muestra de que alguien estuviese esperando por él.

La silla le dio la altura que le faltaba, tocó la soga con los dedos, había una sensación ligera en el momento, sintió una lágrima bajando por su mejilla, había llegado el momento, el rubio sintió la soga sobre su cuello, un paso y todo simplemente se acabaría, cerró los ojos, ya no había vuelta, ya no había regreso.

Letters...depression...goodbyeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora