Capítulo 5.

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Hoy, la rutina de mi día iba a comenzar algo diferente. Un miércoles, cada dos semanas, tengo que asistir muy temprano a mi universidad, a una especie de tutoría que simplemente sirve para que los profesores llevar un seguimiento de las prácticas y el proyecto de cada alumno.

Me resulta bastante aburrido dicho trámite. Es más, ni siquiera leen lo que hemos escrito de nuestra investigación hasta el momento. Se limitan a visionar el informe que cada quince días realiza nuestro tutor de prácticas, en mi casa Natalia, y con ello te aportan consejos y una especie de guía por la cuales puedes continuar. Siempre me he preguntado como lo hacen, sin saber realmente en que consiste la investigación. Pero bueno, supongo que será cosas de psicólogos.

Afortunadamente, la tutoría solamente dura dos horas, así que a las diez de la mañana, ya estoy dispuesta a volver al trabajo. Pero teniendo en cuenta, que los universitarios aún están en clases, decido ir a la cafetería en busca de un buen café... Cuando justo estoy por sentarme, mi celular suena, haciéndome saber que es María la que me llama.

-Luisi, cariño.

-¿Cómo estás, María?

-Bien. Aquí descansando un poco la mente antes de seguir revisando unos papeles. ¿Y tú? ¿Ya saliste de tu tutoría?

-Afortunadamente sí, justo estaba por tomar mi café antes de volver al centro.

-Últimamente no paras ¿eh?. A ver cuando salimos a tomar algo hermana, necesito despejarme. Podrías hablarlo con Natalia y dar una vuelta o ir a cenar este fin de semana. Así las tres nos relajamos, ya que nuestros trabajos nos trae como locas.

Desde que las presenté, mi hermana y mi jefa se cayeron bastante bien. Así que, digamos que las tres nos hemos convertido en un buen trío de cómplices que de vez en cuando, nos dedicamos una noche de copas, una tarde de café o alguna cena imprevista.

-Uhm... sí, supongo que no será una mala idea. Natalia se apunta a cualquier cosa, ya lo sabes. Después averiguo si no tiene planes y te aviso ¿Ok?

-¡Perfecto!

-Bueno, te dejo con tus papeles, que ya no quiero retrasarme más. Hablamos después.

-Está bien, chica responsable. Que tengas un buen día.

-Igualmente María, no sufras tanto.

-Tonta...

Con una sonrisa, termine con la llamada... Me dispuse a terminar mi café y volver al ruedo lo antes posible.

Me dirigí a la salida del campus, donde mi coche esperaba prácticamente calcinándose al sol. Lo bueno de todo esto, es que "La Cascada" estaba apenas a unos kilómetros de la universidad, más cerca de esta que de mi propio apartamento.

Así que en cuestión de minutos, me encuentro aparcando nuevamente. Pero esta vez, en un lugar con sombra. Y a continuación, me adentro en las puertas de aquel bonito edificio, que como advertí el primer día, parecía de todo menos un centro de salud mental.

-Buenos días, Rocio -Saludé a la secretaria, que me dedicó una sonrisa en cuanto alzó la vista para encontrarme.

-Buenos días, doctora Gómez.

Doctora Gómez, aún no terminaba de acostumbrarme a que me llamaran de esa forma. Debe ser porque no me sentía doctora de nadie. Más bien, aún continuaba sintiéndome alumna y creo que toda mi vida sentiré que me queda mucho por aprender.

Una vez en el ascensor, observé un instante los números de las diferentes plantas, dudando por un segundo si ir al primero, como cada mañana, o dirigirme directamente a mi despacho. Siempre me encontraba con la misma cuestión, a pesar de saber que cuando llego a esta hora, Amelia ya se encuentra en el jardín, cosa que me hace decidir finalmente por ir directamente a mi despacho. Pero aún así, no puedo evitar esos segundos de duda, antes de pulsar el botón que me lleve al segundo piso.

La luz de tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora