Capítulo 9.

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Sábado por la noche.

Finalmente, nuestra cena decidió retrasarse un día. Estuvimos de acuerdo en que el sábado aprovecharíamos más el tiempo, ya que el viernes seguramente estaríamos más cansadas.

Por el momento, está resultando una noche entretenida. Natalia y María, están completamente locas, y el hecho de que hayan congeniado tan bien desde que las presenté, lo hace todo más fácil. A decir verdad, siempre se me han parecido bastante, en cuanto a carácter. Aunque la corta diferencia de edad, hace a Natalia un tanto más madura, no quiere decir que mi jefa sea una mujer seria y rescatada, al contrario, es completamente descarada, pero sabe disimular su descaro y darle un aire de misterio. Cosa que por lo que he podido ver, atrae bastante, tanto a mujeres como a hombres.

En cuanto a mí, a pesar de estar disfrutando de la noche y de la compañía de mi amiga y mi hermana, soy incapaz de mantener la mente con ellas durante un tiempo indefinido. Cuando quiero darme cuenta, me encuentro viajando a kilómetros y escuchando voces como un eco en la lejanía. Pero lo cierto, es que esta noche en concreto, mi mente está más ausente de lo común.

Estamos en un pequeño bar, después de haber disfrutado una deliciosa cena, la música es agradable, el ambiente parece tranquilo, la bebida está fresca, amenizando esta calurosa noche. Y yo, no puedo evitar que mi mente se escabulla como la mismísima sombra de Peter Pan, hacia ese lugar donde paso casi todos los días de la semana. Al centro de salud mental, La Cascada. Preguntándome una y otra vez; ¿Cómo estará Amelia? ¿Estará pasando un buen fin de semana? ¿Se aburrirá sola tanto tiempo? O quizás ya esté dormida.

Observo un reloj que hay frente a la barra y me doy cuenta de que aún no son las 10 de la noche, por lo que dudo mucho que ya esté durmiendo. Pero... ¿Qué estará haciendo entonces? Seguramente leyendo algunos de sus libros. ¿Se acordará de mi, en algún momento del día? ¿Extrañará mi compañía los días que no estoy allí?

-Creo que estoy a punto de empezar a ver humo saliendo de tus neuronas -Dijo la voz de Natalia, sacándome aturdida de mis pensamientos. Por lo que la observé con cierta confusión. -¿Eres consciente de que nos estas ignorando?

-Eso no es cierto -Me defendí. -Porque me quede pensativa unos segundos, no quiere decir que esté ignorando a nadie.

-Pues no sé qué tan interesante sean tus pensamientos, Luisi -Intervino María. -Pero te están haciendo perderte cosas muy divertidas.

-¿Ah sí? -¿Cómo cuales?

-Como ese grupo de chicos que no nos quitan la vista de encima desde que llegamos. Natalia y yo apostamos a que están planeando su ataque. Y nosotras seremos sus víctimas.

-¡Divertidísimo! -Exclamé riendo. -Me encanta ser víctima de un grupo de hombres.

-No, lo divertido, querida hermana, vendrá al verles la cara cuando sepan que somos lesbianas.

-¡Oye! Yo no soy lesbiana. -Exclamó Natalia.

-Yo tampoco, pero... como a ti ni a mi nos gusta ninguno, o sea que vas olvidar que eres heterosexual por esta noche y serás completamente lesbiana.

-¡A sus órdenes!

-¿Saben que les digo? Que ustedes son una aburridas. Voy a hablar con ellos.

Y así, sin decir absolutamente nada más, María se encaminó hacia esos hombres, dispuesta a hacer quien sabe qué. Precisamente a eso me refiero cuando comparo su madurez y la de Natalia.

-No tiene remedio -Dije viéndola marchar.

-Y tú tampoco.

Giré el rostro hacia mi amiga y al ver su mirada acusatoria no pude hacer más que alzar una ceja.

La luz de tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora