Capítulo 30.

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Ha pasado una semana. Una semana desde la presentación de mi proyecto, una semana desde aquella noche tan peculiar. Pero sobre todo, una semana desde que vi a Amelia por primera vez después de un año.

Una semana desde que mi cuerpo despertó de un letargo en el que había estado sumido desde que ella se marchó. Mis manos no habían vuelto a temblar de esa forma, ni mis piernas a flaquear. Tampoco mi corazón se había acelerado como se aceleró cuando escuchó su voz o la miré a los ojos. Ni mis cuerdas vocales habían dejado de funcionar fulminantemente o mis pulmones dejado de recibir oxigeno de un momento a otro. Nada de eso me había ocurrido, salvo en los momentos en los que su recuerdo me asaltaba.

Que ilusa fui, pensando que podía intentar sentir algo por alguien, si me daba la oportunidad de conocerla. "Algo", tal vez sí. Pero "algo", no es TODO.

Que estúpida soy, al creer que después de un año, esas sensaciones tendrían que haber desaparecido o al menos disminuido. Cosa que no han hecho en absoluto. Es más, me atrevería a decir que incluso han aumentado. Llevo más de un año, sintiendo mi cuerpo inerte. Carente de sensaciones que lo hagan vibrar. Ninguna sonrisa me hace estremecer, ningunos ojos me dejan tan hipnotizada como los suyos.

Ninguna mujer sobre la faz de la tierra, me hace sentir lo que Amelia me hace sentir.

Y es tan bonito, como desesperante. Porque después de un año, todo se despertó dentro de mí y ahora... Ahora vuelvo a estar en el mismo punto que al principio; sin saber nada de ella y sin tener consciencia de si la volveré a ver o no.

No ha llamado, no ha aparecido. No he tenido ni una sola noticia suya. Por no saber, ni siquiera sé qué significó su aparición aquella noche. No sé si ya salió del centro en el que estaba. Si tan sólo fue esa noche.

No sé qué es de su vida, donde está, qué está haciendo, ni qué pretende hacer. Y ojalá pudiera decir que no me importa. Que no he estado pendiente del teléfono durante una semana esperando una llamada suya. Pero una vez más, no puedo decirlo. Así que, lo único que me queda, es desahogar mi frustración, corriendo como cada mañana antes de comenzar la jornada en la floristería.

Corro a una velocidad moderada, por la carretera que hay de mi casa al pueblo. Con la única compañía de White, que se pierde entre los árboles y vuelve a aparecer para ajustar mi ritmo. Con él y con un silencio casi absoluto. No hay coches, no hay personas. Sólo aves y el sonido del agua al otro lado de los árboles.

Un olor que jamás podría describir, me acompaña cada mañana. Es un olor a naturaleza y vida. Me encanta vivir aquí. Me encanta empezar mis días de esta forma, liberando endorfinas en plena naturaleza. Me encanta correr y correr y correr, con la sensación de libertad que provoca el aire golpeando mi rostro y la visión de un irradiante sol apenas empezando también su jornada.

A veces llego hasta la orilla dónde aprovecho para darme un baño en esa parte del lago. Me siento sobre una roca algunos minutos, observando como White corre de un lado para el otro, chapoteando, entrando y saliendo del agua constantemente y me imagino que a ella le encantaría, cómo mismo le encantó aquella mañana.

Eso sólo puedo hacerlo los domingos, porque el resto de la semana, al tener que ir a trabajar, sólo me da tiempo de correr unos pocos kilómetros, sin alejarme demasiado de la casa y sin entretenerme dentro del lago. Como ahora, que a toda prisa tengo que ducharme para llegar a tiempo.

Ni siquiera desayuno en casa. Por suerte, en la floristería tenemos una cafetera eléctrica. Así que, de camino suelo comprar algo en la pastelería de la esquina y un poco de fruta por si me da hambre a lo largo de la mañana.

A veces, el dueño del bar de enfrente, me trae un café recién hecho, porque dice que eso de las cafeteras eléctricas, no es café, sino agua oscura con olor a café quemado. Y tiene razón, para qué mentir. Así que, con mucho gusto recibo su café y le regalo una de las flores más bonitas que tenga ese día, para que se la lleve a su esposa.

La luz de tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora