9 | Las brujas y sus cosas.

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¿Cuántas horas me había pasado deseando intensamente que llegase la hora del almuerzo? Muchas, demasiadas. Desde ayer por la noche más concretamente. Así que podéis imaginarse la cara que se me quedó al ver que Audrey no aparecía a la hora de la comida.

¿Por qué desaparecía en combate cada cierto tiempo? No podía entenderlo. Pero necesitaba darle las gracias por el dibujo que dejó ayer en mi habitación. ¿Debería asustarme porque se haya colado en mi habitación? Tal vez. Pero, en cualquier caso...¿Qué era lo peor que la dulce Audrey Sinclair podía hacer allí? No tenía nada importante excluyendo los libros y estoy seguro que estaría encantado de dejarle cualquiera.

¿Dónde diantres podía estar Audrey? No tenía ni idea. Apreté con delicadeza la mano de Valkiria pidiéndole permiso para separarla de la suya por unos segundos. Por algún motivo, (algo me decía que era por lo que ocurrió ayer en su habitación) hoy estaba más cariñosa que de costumbre. Su pequeña mano se había lanzado sin pensarlo dos veces a la mía en cuanto nos sentamos en la mesa del comedor. Sus suaves dedos acariciaban una y otra vez mis dedos dejándome completamente relajado. Valkiria siempre había poseído la capacidad de tranquilizarme con un simple roce de sus dedos. Valkiria soltó mi mano y yo me apresuré a sacar el móvil de mi bolsillo con rapidez.

¿Te ha comido el lobo?

Me quedé mirando la pantalla durante unos minutos con la esperanza de que contestase pero no fue así. Acto seguido volví a meterme el móvil en el bolsillo. Tomé la mano de Valkiria, sus deditos se enredaron con los míos de forma desesperada. Acaricié el dorso de su mano pensativo.

—Oye, ¿Alguien sabe algo de Audrey?—Laura asintió con rapidez.

—No se donde se ha metido, hoy hemos tenido clase juntas.—dijo. El comentario no hizo más que preocuparme. ¿Qué podría haber pasado?

—Posiblemente se encontraba mal y se ha ido a casa.—Dijo Valkiria. Harper asintió al escucharla.

—Posiblemente sea eso—Harper le restó importancia. Pero no, algo me decía que la ausencia de Audrey aquí no se trataba de un simple malestar. Las alarmas estaban sonando y sonando dentro de mi cabeza una vez más. ¿Estaba volviéndome paranoico? La sirena sonó terminándome así de volver loco. Todos nos pusimos de pie y tomamos nuestras mochilas.

Aproveché para ver de nuevo si Audrey me había contestado a los mensajes pero nada. Era extraño, las veces anteriores que me había mensajeado con ella nunca había tardado en responder. Nos adentramos en el mar de gente que se dirigía a las afueras del comedor pero justo cuando estaba a punto de salir vi un cartel pegado en el tablón de anuncios.

Concurso de dibujo. ¡Anímate a compartir tu arte con nosotros! Recompensaremos con cien dólares al primer ganador y con cincuenta al segundo. Fin de fecha de inscripción: veinticinco de noviembre.

No lo pensé dos veces, le hice una foto y se la mandé a Audrey. Estaba seguro de que podría ganarlo sin problemas. Pero tampoco me contestó.

[...]

Valkiria dejó un suave beso sobre mis labios. Sostuvo mi cara entre sus manos, observándome de cerca.

—Me encanta como hueles—sonreí con suavidad.—¿Lo sabes verdad?—asentí inmediatamente. Lo sabía, me lo decía continuamente. Dejó un beso en mi frente y se apartó para tomar su mochila.

—¿Te llamo luego?—Val asintió con obviedad al mismo tiempo que salía de mi coche y se colgaba la mochila sobre un hombro mirándome desde la acera.

Audrey petricorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora