28 | En otra vida.

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La tarde del sábado transcurrió dentro de una dolorosa quietud. La casa estaba en silencio y yo permanecí tumbado en mi cama de brazos cruzados y mirando el techo. Tenía la mente en blanco, a veces incluso me olvidaba a que se debía la presión que notaba en el pecho y tenía que recordármelo.

De alguna forma sentía que mi cerebro me había anestesiado para evitar pensar en que podría estar pasándole a Audrey. A ratos intentaba buscar alguna otra solución para ella pero llegué a la conclusión de que no la había. Que mi madre consiguiese salir de ese mundo no quería decir que Audrey también tuviese que conseguirlo. Me sentía incrédulo por haber pensado si quiera que hacer que Audrey se fugase de casa y traerla a la mía era la solución a todos sus problemas. Quizás si es cierto al fin y al cabo que los humanos podemos creer en grandes tonterías cuando hay fe de por medio.

Mamá se acercó a mi habitación a la hora de cenar para preguntarme si quería comer algo. Parecía muy cansada y estaba segura de que posiblemente tendría algo que ver con que papá le haya contado que le estaba sucediendo realmente a Audrey y también con que se haya peleado con él por no haberle dicho la verdad desde el principio.

Tras decirle a mamá que me sentía completamente incapaz de llevarme nada a la boca ella me dejó a solas en mi habitación. Al rededor de las diez el cuarto se me empezó a quedar pequeño, sentía que se estaba estrechando con cada hora que pasaba desde la partida de Audrey y que las paredes acabarían asfixiándome así que decidí salir a tomar el aire. Tomé las llaves del coche, las de casa y mi cartera y me fui.

El aire frío me acarició las mejillas y no pude evitar pensar en la de Audrey colorada después del guantazo que Jason le dio y del que ni siquiera se defendió. Me subí al coche y conduje durante un buen rato con el piloto automático puesto. Paré en una gasolinera, recargué el deposito, me compré una coca cola y me la bebí apoyado contra el coche. También fui al cajero y saqué dinero, mucho dinero como si sentir el tacto rugoso del papel bajo mis pulgares pudiese consolarme. Quizás podría comprar alcohol. Después volví a subir y conduje y conduje hasta acabar en el sitio donde habían empezado todos mis dolores de cabeza: El antro de las afueras de la ciudad.

Me llevé un rato observándolo desde el interior cálido de mi coche hasta darme cuenta que había una única cosa que me empujara a entrar: Audrey Sinclair. ¿Qué estará haciendo? Por unos segundos deseé no haberme topado con ella aquel primer día a la hora de la comida quizás de ser así me hubiese ahorrado un par de dolores de cabeza. Todo estaría bien, yo seguiría con Valkiria y me hubiese quedado en Montana estudiando matemáticas. Aunque quizás me hubiese muerto sin conocer el prado o bailar debajo de la lluvia.

Bajé del coche y cerré la puerta con lentitud y sin apartar los ojos de los rótulos medio fundidos del antro. ¿Qué estará haciendo? Pasé entre los tíos que estaban ya borrachos en la puerta ligando con alguna chica o simplemente fumando un cigarro y empujé la pesada puerta del lugar hasta pasar adentro y darme cuenta de que jamás pensé volver a ver ese suelo enmoquetado rojo y esa barra grasienta. El calor del lugar me aturdió por unos minutos.

Miré al frente y entonces la vi. Estaba subida en el escenario con un maillot distinto al de la semana pasada, este era de lentejuelas azules en vez de rosas. Una multitud de viejos asquerosos tenían clavados sus ojos en ella desde abajo. Estaba bailando.

Sus piernas firmes se movían con destreza y sus muslos rodeaban la barra con fuerza. Era completamente distinto de todo lo que había visto hasta el momento, era elegante y para nada provocador. Audrey parecía flotar al rededor de la barra seguida por una nube de pelo del color del azafrán que bailaba con ella. Su maillot de lentejuelas causaba destellos por toda la habitación que llamaba la atención de los presentes. Miré sus manos acariciando la barra y pude recordarlas acariciándome las costillas por la noche.

Audrey petricorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora