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Por si olvide hacerlo..., ¡feliz año nuevo!

-Oh, no, no, no, ni de coña te vas a librar,_esa era la versión poco paciente de Keith.

Habían pasado dos horas de aguantar sollozos y tonterías del cubanito que le gustaba, todo porque el muérdago que colgó no sirvió para nada.

-Pero Keith, estoy triste, deberías de dejarme descansar,_le digo con el ceño fruncido y haciendo un puchero, pero cargando con otra caja llena de adornos, que sino igual le caía una ostia.

-Si, si, la baja por depresión,_ojito, que el azabache sabía lo que eran la depresión y el suelo complejo de primera mano, pero es que estaba que lo estampaba.

-Que ya, que lo pillo, no vas a consolarme,_le recriminó el cubanito.

-¿Enserio, Lance?, ¿te vas a hacer la víctima ahora?,_y el ojivioleta estaba empezando a tener un tic en el ojo.

Que Lance y él habían montado una decoración jodidamente decente, bonita, que los hizo sentir en casa. Si, si, Keith armando adornos de navidad, solo, única y exclusivamente para hacer feliz al ojiazul que estaba con la morriña de echar de menos la Tierra y a su familia.

¿Y que pasó después de matarse por poner en su sitio bolas y luces de colores?

Nada.

Lance lo ignoro, se puso medallitas por el espectáculo visual y paso de su cara el resto de los días de festejo.

Que se pasaron semanas buscando adornos, cogiendo los leones a escondidas, los dos de buen rollo y paso a ser el "amargado que con suerte puso dos bolas".

-No me la hago, lo soy,_que Lance tenía su corazoncito y todo, no nos olvidemos de eso y de su capacidad para el drama.

-¿Estás seguro?,_el chico de piel morenita asintió con absoluta convicción,_eres un puto egoísta, Lance, y lo peor es que no te das ni cuenta, ¿sabes qué?, estoy cansado de esto, termina tú, llegue hace dos horas de la misión y solo me he dado una ducha y embalando cajas de adornos, cosa que deberías de haber estado haciendo cuando llegué, que te diviertas cargando cajas,_suspiró y se alejó, directo a su habitación.

Lance ni siquiera se quejó, no le respondió al insulto, porque aunque le había dolido en el alma.., el azabache llevaba razón, y mucha.

Keith siempre pagaba el pato, si llegaba agotado y Lance tenía un problema, lo ayudaba, siempre estaba ahí, jodeeer que iba a su cuarto a dormir cuando tenía pesadillas.

Adornar esa sala del castillo había sido idea de ambos, aunque más bien un capricho del cubanito, y el ojivioleta ni se lo pensó, lo ayudo y prácticamente lo hizo solo mientras Lance fantaseaba.

Esas semanas ni siquiera había pensado en lo mucho que echaba de menos la tierra, Keith hizo que su nostalgia desapareciera con una facilidad que le acojonaba.

Termino de guardar todas las cajas en el almacén, las ordenó y todo. Hasta se quedó un rato mirando su obra y pensando en qué le iba a decir a Keith y en la importancia de ese chico en su mundo.

-Lance, menos mal, ¿está Keith contigo?,_le preguntó el japonés y parecía algo desesperado.

-No, ¿pasa algo?,_en ese punto el ojiazul se preocupó.

-Oh, no es nada, no te preocupes, ¿sabes dónde puede estar?,_Shiro sabía que en cosas privadas del ojivioleta, mejor no entrar en detalles.

-Digamos que hemos discutido, debería de buscarlo yo, le diré que lo buscas, Shiro,_el mayor se extraño de ver al cubano tan decaído, así que con la idea de que lo mejor era dejarles a los dos su espacio se apartó.

Klance OneShots Temporada 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora