Perdida | 21

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Sai rebuscaba entre su ropa algo para prestarle a su amiga para que durmiera en su casa

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Sai rebuscaba entre su ropa algo para prestarle a su amiga para que durmiera en su casa. Se había sorprendido de que sus padres no pusieran oposición alguna ante su pedido, pero estaba féliz y no iba a siquiera preguntar cuál fue su razón. Encontró entre sus remeras una particularmente fina y de color marrón que supuso sería cómoda para ella, asique fue de vuelta hacia abajo donde se supone debería estar Sakura sentada en el sillón, pero no lo estaba. Fue hacia el baño y tocó la puerta esperando que ella contestara, pero tampoco estaba, entonces comenzó a sentirse nervioso y fue en busca de ella por toda su casa, y solo quedó por revisar el patio, luego de hacerlo supo que se había ido, y entró en pánico saliendo de su casa a toda velocidad.

Estaba seguro de que había ido a su casa, y ese era el problema, aunque por suerte recordaba como llegar hacia ella por muchas veces que la había acompañado hasta allí después de la escuela para que estuviera a salvo en el camino.

Tenía miedo, miedo de que la volvieran a golpear o de que le hicieran algo mucho peor, asique aceleró su paso mientras marcaba un número en su teléfono.

Sai realmente no conocía casi nada a Sasuke, no sabía cuales eran las intenciones de este, no sabía como era su relación con Sakura, lo poco que sabía era que durante mucho tiempo el la ignoró por completo, no era de molestarla como todos los demás pero tampoco parecía querer ser amable. Luego supo por la boca de Sakura que luego de saber que eran almas gemelas Sasuke actuaba extraño y bipolar, no iba a defenderlo ni aprobar su comportamiento, pero tampoco sabía que desastres pudiera haber en su vida o sentimientos en su corazón para sentirse confundido y maltratar a su amiga, obviamente no le gustaba que le hicieran mal a Sakura, pero el último día el la había ayudado y en verdad no tenía a otra persona a quien acudir en busca de ayuda ya que no sabía que Sakura tuviera más amigos.

—¿Hola?

—¡Sasuke!

—¿Sai? —El azabache sonaba muy confundido.

—¡Sakura se fue, estoy yendo hacia su casa para buscarla!

—¿Qué? ¿Como qué se fue?

—Tienes que venir por favor.

Y sin más, cortó la llamada para concentrarse en el camino, estaba yendo caminando de noche y era peligroso, estaba muy preocupado por la pelirosa. Siguió caminando, casi corriendo hacia la casa de sakura y un suspiro de alivio salió de sus labios en momento en que logró divisar la casa color blanco de su amiga, pero aún sintiendo nervios por lo que pudiera estar sucediendo adentro.

Puso sus sentidos alertas cuando llegó a la casa, esperando usar su cuerpo para defender a su amiga aunque este no tuviera la menor complexión física. Cruzó la puerta sigilosamente y camino hasta llegar al sala de estar, donde quedó totalmente sorprendido por lo que sus ojos estaban viendo.

—¿Sai? —preguntó Sakura confundida al ver la figura de su amigo.

La ojijade estaba en el suelo, sentada con las piernas extendidas y con la cabeza de su padre apoyada sobre estas. Parecía estar dormido, pacífico, con las mejillas llenas de ratros de lágrimas.

—Estaba muy intranquilo —explicó ella en medio de susurros— estaba llorando mucho y se sentía solo, vine a verlo para que se calmara...

El pelinegro miró con lástima a ambas personas sobre el suelo, sin poder entender del todo la situación pero sabiendo que no era momento de ponerse a cuestionar ni hacerle un alboroto a su amiga por haberse escapado de su casa. Se agachó hasta sentarse sobre el suelo, cerca de ellos para observar mejor la figura del hombre y mirar a Sakura con preocupación. Entendió enseguida que aquello que estaba pasando era peor de lo que el imaginaba, era demasiado insano para todos y nada bueno pasaría si no acababan con aquello de una vez por todas.

La vida de Sakura iría empeorando poco a poco, su estabilidad emocional y su amor propio también, su padre no estaría mejor aunque eso creyera, y su estabilidad mental aún menos.

Entonces, la puerta de la entrada volvió a sonar siendo abierto de un portazo que llamó la atención de todos, relajaron sus hombros cuando vieron que quien había entrado no era nada más ni menos que Sasuke, mirándolos a los tres con el ceño fruncido.

—No hagas mucho ruido por favor —pidió Sakura acariciando el cabello de su padre entre sus dedos.

El azabache miraba la escena sin entenderla del todo, pero con cierto grado de desagrado en sus ojos que no fue invisible para Sai, asique este se vio dándole una seña con su cabeza para que no dijera nada, se tranqulizace y formará una burbuja de tensión y mal estar para la pelirosa.

Sasuke hizo caso rodando los ojos con hartura, y el también se arrojó sobre el suelo, descansando su cabeza contra la pared. Aquello no le gustaba, no le gustaba para nada, era desagradable para el y de eso podía estar seguro por la extrañeza que sentía en su estómago, parecida y comparable a las ganas de vomitar. Hasta el, que era un desastre, podía adivinar lo horrible y tóxico de esa situación en la que estaban Sakura y su padre, ella teniendo compasión de él y buscando ayudarlo de una manera en la que solo seguía alimentando su locura y acabando con la poca estabilidad mental que posiblemente ya ni siquiera tenía ese hombre derrumbado sobre el suelo.

El debía hacer algo lo más rápido posible.

El debía hacer algo lo más rápido posible

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Perdida - Sasusaku | AUSoulmate | [Libro 1: ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora