Final

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Al Final.

Liam:

—¿Add?— salté de un tiro cuando escuché sus sollozos viniendo del pasillo.

Los chicos se asomaron cuando vi a Katiela en frente de mí con la cara empapada. Su cara era de saberlo todo, de que alguien debía contarme algo pero ella no era la indicada.

—Liam.

La voz de Rey me hizo voltear a ver, se rascaba la nuca y arrugaba su nariz como para que sus palabras salieran sin dificultad.

—¡Bueno suéltenlo ya!— exigí un poco harto de que todos se miraran para ver quien me soltaba la pelota.

—Gabby se fue esta mañana luego de la noticia a contarle a Adria— la ronca voz de Rey me hizo conectar las piezas— Seguramente ella quería ayudar pero debió haberte escuchado.

Llevé mis manos a la cabeza frustrado, he sido un idiota al pensar que alejándola de todo este tormento lograba hacerla sufrir menos.

—Tarde o temprano se enteraría— susurró Kat.

—Liam no queríamos que ella se enterara así pero nadie soportaba la idea de verte sufrir otro minuto más— habló Damian esta vez.

Una Gabbs toda agitada y sin aire entra en la cocina esperando enterarse o por lo menos no verme aquí.

—Lo siento Li...

Le hice un ademán para que se callara y salí de ahí para subir a mi habitación. Estaba claro que ahora si la había cagado de verdad, la única persona en mi maldita vida que me lograba entender completamente, la primera que logró captar toda mi atención y a la que amaré en realidad.

¿Quieres un helado?

Me preguntó ingenua con un barquillo en cada mano.

—Como si eso ayudara— bufé sarcástico.

—Pues un helado siempre me ayuda, mantiene fresco a tu cerebro que seguramente quiere estallar en mil pedazos— enarcó una ceja ofreciéndome otra vez ese helado.

Recuerdo ese día, estaba súper enojado con mi padre porque me había obligado ir a una gala de la mano de Danna para "reafirmar el compromiso". Add me hizo sentir genial luego del helado, entre bromas y temas extraños de conversación la acompañé a su casa y luego yo volví a mi mundo de apariencias.

No intentes nada estúpido Liam— soltó entre risas nerviosas cuando precisamente yo me encontraba sentado en el barandal del puente del pueblo.

—Aún tengo sueños Miniature.

Reí amargo.

—De todas formas me preocupas ahí— el miedo era claro en su voz.

—Nadie me echará de menos, de todas formas— solté mirando el río correr bajo mis pies.

—Yo sí.

Ella siempre estuvo para mí, ella nunca me dejó caer. Ella me sonreía cuando estaba a punto de llorar.

No es lo mismo deberle lealtad a la vida, que debértela a ti— miró fijamente mis ojos, ella era la única capaz de atravesarlos.

Miré con extrañeza su rostro, lo que acababa de decir era totalmente absurdo, acotando de que ella siempre se quejaba de que la vida era injusta y que no servía para una mierda.

Ella sonrió y apoyó sus manos en mi pecho.

—A ti te debo millones de sonrisas, hermosas tardes de júbilo, momentos de esperanzas y una eternidad llena de felicidad, pero a la vida le debo el hecho de haberte conocido.

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