Hogwarts y un viejo sombrero.

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Harry estaba totalmente fuera de su lugar. Miró a Draco Con atención mientras Neville se estaba riendo de la horrible imitación de Ronald Weasley. Su primo estaba mirando por la ventana con aburrimiento, claramente parecían demasiado perdidos cada quien en su mundo. Después de que los gemelos Weasley les ayudaron a guardar sus maletas e hicieron sonrojar a Draco haciendo referencia a cómo era pálido y chiquito. Es que intentaban distraerse un poco.

Eso fue hasta que una chica castaña de grandes rizos revueltos y una actitud demasiado mandona abrió la puerta de la cabina que ellos ocupaban con demasiada fuerza. Sin tocar, anunciar su presencia o de tener la decencia de por lo menos parecer un poco apenada por su falta de modales.

—Lo siento, perdón por interrumpir—aseguró tranquilamente—¿han visto una rata?—preguntó lo más Cortés que pudo—un chico llamado Ronald ha perdido su rata.

—No, no la hemos visto—Harry intentó sonreír. Aunque podía ver como todos los niños sangre pura en su cabina parecían de todo menos encantados.

—Muchísimas gracias—asintió en comprensión—y otra vez, lamento interrumpir de manera tan poco educada.

Luego de que la chica se fuera sin más que decir Draco asintió un poco.

—Reconoce su falta de modales—dijo el rubio con calma—parece ser una nacida muggle, ¿creen qué quede en Ravenclaw?—dijo por lo bajo—tiene cara de ser un nerd.

Harry se rió un poco y se sentó a lado de su primo que solo consiguió reírse un poco más. Porque parecía demasiado raro escuchar un término Muggle en boca de Draco Malfoy, del jodido heredero Malfoy.

Sin más perturbaciones fue el viaje en el tren. Tal vez un poco de ruido de fondo con las pláticas y charlas absurdas. Draco intentaba adivinar de forma sólida a donde irían todos, aunque siempre presumía sobre ser un Slytherin. Harry sólo podía reírse de eso, era menos de lo que había tenido que soportar en casa. Neville parecía emocionado, habían conseguido hablarle sobre los beneficios de estar en cualquier casa de Hogwarts.

Harry se distrajo de todo el mundo, claramente se maravillo de la gran entrada al castillo. Pero no fue lo suficiente para mantener su mente ocupada. No cuando Draco sostenía su mano y comenzaba ha hablar sobre pociones, sobre dragones y hasta cuando Neville hablaba sobre las plantas que había descubierto era mejor que estar esperando algo emocionante o que en su parecer era demasiado absurdo. Hasta que escucho al niño Weasley comento sobre cómo su hermano mayor les dijo que tendrían que luchar usando magia.

—Absurdo—declaró Draco riéndose—¿Cómo espera que un niño de once años use magia?

—Lo mismo pensé de un viejo sombrero seleccionador—Harry susurró para que Neville no se asustara.

La sonrisa tranquila de Harry fue amable y tomó la mano de Neville. Draco no soltó en ningún momento la de Harry, pero sí se dio la vuelta para mirar a Neville a los ojos con un cariño y suavidad extraña que ningún heredero Malfoy había mostrado antes en público.

—Tranquilo—susurró entrando al espacio vital del niño—no creo que nos hagan hacer algo peligroso.

—¿Y tú qué sabes, Malfoy?—la voz bruta y poco delicada del pelirrojo rompió la burbuja de los niños.

—Al parecer más que tú, traidor a la sangre—Draco se enfrentó enojado, los ojos fríamente iluminados por la ira.

En ese momento la profesora McGonagall apareció como por arte de magia (posiblemente lo era). Quien le dio una mala mirada a Draco, antes de mirar como Harry negaba con la cabeza y jalaba a su compañero para que regresará ha la fila. Ya estaban a punto de entrar al gran comedor.

Harry Potter un Slytherin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora