Luego de traerme un vaso con agua, poco a poco todos se fueron retirando de mi habitación para dejarme sola. Excepto Jason.
-¿Qué te está pasando, Liza?- preguntó preocupado- ¿Esto tiene que ver con lo que te pasó la otra noche?-
Recordé que él había sido testigo de uno de mis episodios, y que me había llevado a la cama cuando perdí el conocimiento.
- No es nada- intenté desviar la atención-
- Si fuera nada, no estarías temblando- respondió-
Solo cuando lo dijo, lo noté. Mi cuerpo entero temblaba con espasmos involuntarios.
No podía contarle lo del fénix a Jason. Una cosa era Anónimo, otra muy distinta era mi situación sobrenatural. No podía contarle a nadie acerca del fénix. No podía decir que eso me estaba matando poco a poco. Ni yo misma entendía a la perfección lo que me pasaba. Solo sabía que un espíritu me había elegido como portador a cambio de la típica ave mitológica, y que tenía control sobre el fuego y el calor. Nada más.
- Tengo frío- respondí-
-¿Sudando con frío?- preguntó levantando una ceja-
- Creo que me estoy enfermando. Deberías irte antes que te pegue el virus-
- Entiendo que no confíes en mi, Liza- se levantó de la cama mostrando algo de molestia- Al menos deberías hablarlo con alguien. No es normal lo que te pasa, y contrario a lo que crees, puedes confiar en las personas. No todas te harán daño-
Dio la vuelta y salió de mi habitación.
Confío en ti, Jason. Pero esto va más allá de mi misma.
El resto de la noche no pude pegar un ojo. Me desvelé hasta que el sol comenzó a iluminar mi habitación. Y aún después de eso, permanecí en la cama arropada hasta el cuello. No me sentía con fuerzas para enfrentarme a nadie ni a nada. Por un solo día quería ser libre de mis responsabilidades. Solo por un día quería quedarme ahí bajo las sábanas, donde me sentía segura.
El mundo estaba en mi contra.
A eso de las 9 de la mañana, tocaron a mi puerta con mucha insistencia. Me quedé callada esperando que quien fuera que estuviera al otro lado, se diera cuenta que no deseaba hablar y se rindiera. Mas eso no sucedió y el sonido me estaba martirizando.
-¡¿Qué carajos quieres?!- grité desde mi cama-
- Esa lengua, Liz- reprochó la voz de mi tía al otro lado-
Resoplé.
- Perdón, tía-
-¿Puedo pasar, cariño?-
Volví a resoplar.
- No, estoy enferma- tosí falsamente-
- Me arriesgaré-
La puerta se abrió y escondí la cabeza bajo la sábana.
- Tíaaa-
- Sin quejarte- dijo su voz- Te traje un té para que te ayude con la garganta. Imaginé que con lo que sucedió ayer, tu garganta amanecería afectada. Ya sabes, como las infecciones de garganta que te daban de pequeña luego de tus pesadillas-
Las sábanas desaparecieron de mi rostro y vi el rostro de mi tía mirándome con una ceja levantada.
- Pensaba que habías dejado de tener pesadillas hacía mucho tiempo- acarició mi cabello con una sonrisa-
- Sí- mentí- Dejé de tenerlas hace mucho-
-¿Estás segura?-
Asentí con la cabeza.
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Fénix
General FictionEl ave Fénix siempre ha sido un mito, una leyenda para muchas personas. Un ave mitológica del tamaño de un águila de plumaje rojo, anaranjado y amarillo incandescente con fuerte pico y garras. Se consumía en su propio fuego cada 500 años para luego...