Capítulo 2: La fiesta

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Sentí una presión en mi hombro, pero cuando me giré no vi nada. Volví mi vista hacia el panteón de mis padres.

- Juro que me vengaré de quien haya ocasionado el incendio. Lo juro como que me llamo Liza Julie Dávila-

Me levanté del suelo y me fui a casa. El carro que compartían mis hermanos aún no estaba, lo que significa que aún no llegan o que ya se fueron a la dichosa fiesta.

¡Cómo odio las fiestas!

Me bañé y me puse a hacer las asinaciones. Luego de un rato, escuché el timbre de la puerta principal. No hice caso ya que debían ser Tom y Dani que llegaron.

Aunque pasa ser sincera, sería raro que regresaran tan temprano si estaban tan emocionados por la dichosa "fiesta". De todos modos los ignoré.

El timbre siguió sonando con mayor insistencia. Me levanté enojada. Alguno de los dos debió estar demasiado borracho y el otro intenta ayudarlo, así que la única salida es llamarme a mí para que les ayude.

¡Que lindos hermanos tengo! Noten mi sarcasmo, por favor.

-¡AHI VOY!- grité cuando volvieron a tocar el timbre-

Baje las escaleras lentamente, me gustaba hacerlos enojar. Llegué a la puerta y la abrí. El imbécil estaba de pie con su estúpida sonrisa que parecía ser la única que adornaba su "rostro", y por imbécil me refiero al idiota que me tocó como compañero. Wilmer, creo que así se llamaba.

-¿Qué haces aquí?- pregunté secamente-

- Si no te acuerdas, somos pareja y tenemos un trabajo para mañana juntos-

- Que yo sepa, no eres mi pareja, eres un compañero de clase que por mi mala suerte me tocó como compañero para un trabajo-

- Es casi lo mismo. ¿Puedo?- señaló hacia dentro de la casa y me pregunté si de veras él me estaba haciendo esa pregunta-

-¿Puedes que?- debía preguntar para aclarar que seguía siendo un idiota-

- Obvio, ¿que si puedo pasar?-

- No, no puedes-

-¿Y cómo vamos a hacer el trabajo?-

- No sé como te vayas a resolver pero yo siempre trabajo sola. No necesito un compañero para hacer algo-

- Todos necesitamos a alguien en nuestras vidas y yo te quiero a ti- sonrió coquetamente-

¡Por Dios! ¿Qué se cree este tipo?

-¿Podrías largarte de mi casa ya?

- No, debemos hacer el trabajo-

- No es mi obligación hacer el trabajo contigo-

- Claro, como quieras. Si quieres reprobar el curso, me voy-

- Gracias- dije sarcásticamente-

- Sé que te gusto que viniera a tu casa-

- No me gustan los acosadores, gracias- sonreí de forma fingida- ¿Cómo demonios sabes donde vivía?-

- Tus hermanos, son muy habladores cuando están borrachos-

-¡No me digas que están borrachos hasta la pata!-

- Entonces no te diré- respondió riendo-

- Llévame a donde están- le exigí tomando los zapatos que encontré en la entrada- Se supone que hoy hubiesen estado conmigo, no en una fiesta emborrrachándose- susurré lo último-

-¿Qué dijiste?-

- Nada, ¿puedes llevarme si o no?-

- Claro- me guiñó el ojo-

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