Capítulo 8: Sicario

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¿Mamá?

¿Qué carajos estaba pasando aquí?

¿No había muerto ella en el incendio?

¿De quién era entonces el cadáver femenino que encontraron?

Tenía tantas dudas y tantas hipótesis revoloteando en mi cerebro. Sin embargo, la única persona que nos puede aclarar todo está inconsciente ahora en el suelo, y Jason a su lado está en estado de shock.

Una vez más vuelvo a tener la sensación de que alguien nos está vigilando. Miro a mi alrededor y camino de un lado para otro agudizando mis sentidos para captar cualquier mínimo detalle. Me asomo por las escaleras de donde entramos y logré ver una sombra moviéndose.

- Jason, quédate aquí- le susurré mientras subía los primeros escalones-

-¿Qué pasa?- preguntó en voz baja saliendo de su asombro-

- No hagas ruido. Regreso en breve. Quédate aquí- volví a susurrarle-

Antes que me dijera algo más, di la vuelta y terminé de subir las escaleras. Tomé mi arma entre mis manos y la agarré fuertemente. Nunca he usado el arma contra una persona. Aunque si tuviera que hacerlo para proteger la vida de Jason y de su madre, no dudaría ni dos veces.

Ahora la mamá de Jason era una pieza clave. Si había sobrevivido, tal vez podría tener información valiosa sobre lo que sucedió. No podía dejar que nada malo le pasara.

Cuando ya estaba arriba, miré a ambos lados. No se veía nada más que el sol ya alumbrando. Seguí caminando hacia la salida de las ruinas. La zona estaba despejada. Luego del incendio, los vecinos de las dos casas más cercanas se habían ido del lugar. Así que era un vecindario bastante desierto a esta hora.

Los vallos en mis brazos se erizaron. Algo estaba moviéndose tras de mí. Me giré rápidamente sin dejar de apuntar con el arma. Era un chico de tez pálida, alto y flacucho. No pude distinguir bien sus rasgos por la capucha que tapaba gran parte de su rostro, pero sí logré ver claramente que llevaba un arma en manos. Por la forma en la que la sostenía, era un principiante. Le temblaban las manos, aunque no por eso dejamos de apuntarnos mutuamente.

- Suelta el arma- le dije con voz fuerte y firme-

- Suéltala tu primero- me respondió con voz gruesa y con acento extrajero-

Nos quedamos mirándonos, retándonos con la mirada. Me hizo recordar las películas de vaqueros cuando están haciendo un duelo. Casi podía sentir una bola de raíces pasar por nuestro lado. Por poco pierdo la compostura con esa imagen que se me vino a la cabeza, pero recordé que habían dos personas abajo en el sótano que me necesitaban. Debía continuar mi labor. Debía intentar sacarle información. El misterioso ladeó su cabeza confundido porque no hacía ningún movimiento. Entonces hablé.

-¿Tú eres anónimo?- le pregunté-

- Anónimo somos todos, muñeca- respondió soltando una risa-

Italiano. Su acento era italiano.

- Así que Anónimo es una organización- reflexioné sin bajar el arma- ¿Quién es el líder?-

- Todos mandamos por igual. No tenemos líder-

Su cuerpo emitió una oleada de calor repentino. Su temperatura corporal subió, lo que demostraba que su pulso estaba acelerado. Dos posibilidades: estaba nervioso o...

- Mientes- dije soltando una risotada-

¿Cómo demonios sabía esas cosas?

- Tu pulso es muy rápido- continué- Siento tus latidos resonando por todo el lugar. Tranquilo, no te haré nada si me dices quién mando a quemar esta casa-

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