Capítulo veintiuno

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¿Qué no puede ser? Pues claro que puede, él pasó de mí pocos minutos de haberme besado, es totalmente capaz de olvidarse de mi, y a mi aun que me ha costado más lo he hecho también.

—Dejemos de hablar de mi —me cuesta articular para cambiar de tema —¿Qué tal con el hombre misterioso de internet?

—Bueno... demos otro trago a la botella —contesta.

—No —lo paro —¿Por qué no me contestas? —pregunto exagerando una cara de preocupación.

—Porque ya no hay chico misterioso de internet —dice apenado.

—¿Qué no? —me sentí mal por él, pero él no parecía estar muy afectado y no decía nada —Dime algo hombre —le insisto.

—Paso de los hombres, ya he visto por ti que son unos capullos, y no quiero que eso mismo me pase a mí —explica.

—Pero a ti no te va a pasar lo mismo —lo consuelo.

—Pero si a ti te ha pasado a mi también puede pasarme —expone.

—A mi... No me pasará más, ha sido como una lección, para aprender hay que fallar, y de estos errores se aprende —contesto.

—¿Estás diciendo que aunque hayas tenido un par de malas experiencias puedes encontrar a la persona adecuada? —pregunta.

—¿Si? —dudo un momento —Si —me reafirmo —Todo el mundo puede encontrar a alguien especial, incluso yo.

—Vaya —dice Alexis recuperando su sobriedad —Me he tenido que inventar a un tio de internet con el que ligaba para que te dieras cuenta de que no tienes que desconfiar de todos los hombres.

—¿¡Qué!? —estoy flipando.

—Lo que has oído preciosa, es parte de un trabajo para mi clase de psicología, hacer empatizar a alguien con otra persona y hacerse ver una realidad de su propia vida en la vida de otra persona.

La verdad que no he entendido nada de lo que me ha dicho, pero lo cierto es que tiene sentido que ese chico misterioso de internet no exista porque de haber sido así se habría pasado hablándome de él día y noche.

—Eres un mentiroso y muy bien actor —digo riendo y lanzándole un cojín que termina por darle a la botella de alcohol y tirando esta por el suelo de mi cuarto.

—Bueno va siendo hora de que me vaya —dice Alexis idea que yo secundo, en cuarenta y cinco minutos tengo clase de francés con David y estoy un tanto ebria por lo que creo que me vendrá bien dormir hasta entonces.


—¿Qué ha pasado aquí? —pregunta una voz masculina en mi cuarto que me despierta —¿Eso qué huelo es vodka? —identifico la voz, es David.

Debo de haber dormido tanto que no me he enterado de que haya sonado el timbre ni que mis padres han hecho subir a David.

—Por favor no hables tan fuerte —pido llevándome una mano a la cabeza.

—¿Qué hacías bebiendo a las seis y media de la tarde? —pregunta riendo.

—Nada, y no me hables así soy tu tutora —digo graciosa y un poco borracha

—Está bien, si quieres nos saltamos la clase de hoy —me ofrece él

—Por favor —suplico.

—Pero entonces me tienes que contar lo que ha pasado aquí—

Tras contarle a David que he estado bebiendo con un amigo porque él se pensaba que estaba mal por un tío cuando la razón era que no habíamos ganado el viaje a Washington él se marcha. No se porque pero sentí la necesidad de contárselo, seguramente sería por la cantidad de alcohol que he ingerido. Es cierto he hablado más de la cuenta, no tendría que haberle contado nada, pero eso lo pienso ahora que estoy sobria y no me acabo de beber casi media botella de vodka en una hora, además me muero de sueño y quería que se marchase de mi casa lo antes posible para seguir durmiendo.


Dani

—Ya tengo acompañante para la fiesta —comenta Adrián cuando entra al vestuario.

La última clase de gimnasia había terminado hacía cosa de quince minutos y no quedaba mucha más gente a parte de los chicos del equipo de fútbol que entrábamos a entrenar entonces.

—Eres un cabrón —dice David atándose las deportivas —Yo ayer estuve en su casa y la habitación apestaba a vodka, estuvo bebiendo con no sé quien por no sé qué tío y algo de Washington, la verdad es que no me enteré muy bien—

—Eso le pasa por infantil —comento yo.

—¿Qué dices tío? —me preguntó David —Aguanta bien el alcohol pero hasta cierto punto, lo que significa que el sábado será blanco fácil —cambia de tema.

—Será mi blanco fácil —añade Adrian guiñando un ojo.

—Nunca una apuesta había sido tan interesante —dice David riendo.

Antes me parecía mal lo de la apuesta, es un poco una putada para Clara, y yo como amigo suyo no podía permitirlo pero ahora mismo me daba igual, nosotros ya no éramos amigos más, ni lo volveríamos a ser. Estaba claro que yo no iba a ganar, pero tampoco iba a hacer nada para impedir lo que iba a suceder. Fue ella la que pasó de mí y de mis disculpas, ahora seré yo el que pase de ella.

—Te esperamos fuera —me dicen los dos a coro.

—Salgo en nada —contesto.

—¿Apuesta? ¿De qué vas Daniel Thomas? —reconozco esa voz, es Alexis

—Alexis tío, pensaba que solo estábamos David, Adrián y yo ¿Qué hay? —intento persuadirlo.

—¿Pero de qué vas? ¿Qué no te vale con lo que le has hecho hasta ahora a la pobre Clara? —por su tono se nota que está enfadado.

—Mira, no te metas porque esto no es cosa tuya, ella se lo ha buscado, y no vas a decirle nada o ¿Acaso quieres que todo el mundo se entere de que eres gay? —lo amenazo.

Alexis

—¿Acaso quieres que todo el mundo se entere de que eres gay? —me amenaza con una sonrisa de medio lado mientras sale al campo.

No puedo creerlo, él que había sido mi mejor amigo toda la vida, que nos habíamos protegido mutuamente el uno al otro, ahora me está amenazando, pero ¿Qué podía hacer? no quiero que nadie se enterase de mi orientación sexual, los adolescentes son muy crueles, pero tampoco quiero que haya una apuesta entorno a Clara ni que juegen con ella.

Aunque mirándolo de otro modo, no creo que Clara vaya a hacer nada con ninguno de ellos, Adrián no era su tipo, David ni de lejos ella no era tonta, y luego estaba Dani, de él pasaba.

Tengo que hacer algo, pero no puedo decirle nada a Clara.


Clara

—Bueno alumnos, ayer me entregaron dos equipos los trabajos, lo que significa que ya tenemos ganadores del viaje a Washington —anuncia el profesor Griffin.

Se oye un cuchicheo general de toda la clase, Dani me busca con la mirada rápidamente entre la gente (puesto que ya no nos sentábamos juntos) y me lanza una mirada de odio y resentimiento. Como si fuera exclusivamente culpa mía que hubiéramos perdido.

—Shawn y Drew —comienza Griffin mientras toda la case se calla para mirar a las dos personas que había nombrado —Entregasteis el trabajo los primeros por lo tendríais que ser los ganadores—

¿Tendríais que ser?

—Pero había dos condiciones para ganar el viaje —prosigue Griffin —Ser los primeros en entregarlo y tener los diez problemas bien resueltos, pero ese no ha sido vuestro caso.

Eso quería decir que...

—Dani y Clara —la atención se centra en nosotros —Fuisteis los segundos en entregarme el trabajo, pero habéis sido los primeros en entregármelo todo correcto.

No puedo creérmelo eso significa que...

—¡Os vais a Washington! —anuncia mientras toda la clase nos aplaude.

Nuestro Secreto, Solo NuestroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora